En sociedades que aspiran a evolucionar, el intercambio libre y respetuoso de ideas no es un lujo: es la infraestructura invisible que sostiene el progreso. Igual que una carretera acerca territorios, una conversación bien diseñada acerca visiones, reduce prejuicios y revela oportunidades. Cuando abrimos espacios para debatir, escuchar y disentir con rigor, se activa una energía cívica que ningún decreto o discurso político puede sustituir. Esa energía sostiene la confianza pública, nutre la innovación y fortalece la gobernabilidad.
Por eso siempre he defendido la creación de foros permanentes donde la ciudadanía, la academia, el sector privado y los servidores públicos puedan mirarse a los ojos y construir puntos en común. No se trata de convertir la política en un panel sin consecuencias, sino de devolverle su sentido más noble: identificar problemas y proponer soluciones posibles con datos, empatía y responsabilidad. Las sociedades que aprenden a debatir sin aniquilarse son las que progresan; las que se silencian terminan empobreciéndose y encerradas en sus miedos.
Esto lo confirmo con acciones concretas. La semana pasada, desde la Fundación E-Libertad, que tengo el honor de presidir, celebramos un encuentro con Lucía Jaramillo, presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional de Ecuador, y con Gabriela Avendaño, asesora digital del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa. Nos acompañó también Ruddy de los Santos, presidente de GALA Media Group, junto a empresarios y líderes nacionales.
Conversamos sobre cómo la diplomacia parlamentaria, la comunicación estratégica y la colaboración público-privada pueden abrir puertas para modernizar instituciones, fortalecer ecosistemas productivos y elevar el debate público.
Lo valioso no fue estar de acuerdo en todo, sino descubrir dónde sí convergíamos y qué rutas prácticas podíamos trazar a partir de ahí. Y el debate fue mucho más rico al tener múltiples puntos de vista sobre la mesa, con la asistencia de figuras como José Miguel Bonetti, vicepresidente ejecutivo del Grupo SID, Persio Maldonado, gerente general de El Nuevo Diario, y Mario Dávalos, de la La Sociedad.
También participaron directivos de medios como Francisco Tavarez, Diulka Pérez y Carlos Pérez Tejada, y comunicadores como Virgilio Feliz, Noelia Hazim, Nilda Alaniz, Julio Alberto Martínez, y Federico Jovine.
Estos espacios no son actos sociales; son incubadoras de alianzas y, sobre todo, ejercicios de ciudadanía responsable.Si logramos que esa cultura de deliberación se vuelva cotidiana —en universidades, gremios, medios y barrios— tendremos más innovación, mejor gobernanza y una ciudadanía más exigente y consciente.