Apoyemos a Faride Raful
Desde que asumió el cargo, advertí que Faride Raful, la joven y brillante jurista, que marcó un icono a su paso por el Congreso Nacional, se enfrentaría a un gran desafío al frente del Ministerio de Interior y Policía.
Lo primero que le esperaba era la gran tarea de seguir dando impulso al proyecto de reforma policial que ya había comenzado el presidente de la República, a sabiendas de que la institución del orden representa el principal pilar para garantizar la seguridad ciudadana.
Ese proyecto de reforma sigue a pasos agigantados bajo el liderazgo de una dama que sabe interpretar las necesidades de la sociedad y el proyecto de gobierno del señor Presidente.
Nuestra Policía Nacional es eficiente y está comprometida con valores de nuestra patria, pero hay allí gérmenes que la amenazan y afectan su imagen.
Uno de esos gérmenes es la corrupción, que tanto afecta, no sólo a la Policía, sino a la mayoría de las instituciones de esta República tropical. Es un mal endémico difícil de erradicar, pero que se puede combatir con un trabajo tesonero y transparente, como lo está haciendo la nueva ministra de Interior y Policía.
En un acto de responsabilidad y transparencia, la ministra Raful acaba de informar del desmantelamiento de una red dentro de la Policía, compuesta por alistados y oficiales, que se dedicaba a la insana tarea de sustraer municiones, las cuales iban a parar a manos no muy santas.
El Ministerio de Interior y Policía anunció que la situación se descubrió gracias a un trabajo profundo de investigación dentro de la institución policial.
Este descubrimiento es una muestra de tanto la ministra como el director de la Policía Nacional, mayor general Ramón Antonio Guzmán Peralta, están comprometidos con extraer de las filas policiales a las manzanas podridas para garantizar la paz y la tranquilidad ciudadana.
En pro de esa paz que tanto necesitamos en nuestro país, es el trabajo que viene realizando ese ministerio, auxiliado por oficiales y agentes de la Policía Nacional, en todo el país para combatir el desorden y la francachela en las vías públicas.
Desde que comenzó ese control de ruido y ocupación de las vías públicas con los aberrantes festines, conocidos como “teteo”, la paz se siente en barrios, campos y ciudades.
Esos horrendos festines eran cuna de delincuencia y de violencia desenfrenada. En múltiples se convirtieron en fuentes de accidentes catastróficos, como el ocurrido hace unos meses en Azua.
Ese desorden afecta la imagen del país, pues nos hace ver como un país selvático, sin ley ni orden. Fueron muchas las ocasiones fuimos objeto de burlas en el exterior por ese comportamiento insano que nos llena de espanto por el engendro de violencia que eso representa.
Hoy, nuestra ministra está combatiendo ese maleficio contra vientos y mareas, frente a un grupo de malos dominicanos que desea vivir en el desorden para sacar provecho de ese mal vivir.
Por: Jerez Wisky
katleenh487@gmail.com