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Entre cielo y tierra

Entre cielo y tierra

Mary Leisy Hernández

El pasado reciente.-

Por: Mary Leisy Hernández
(Marilei@hotmail.com).-

Mis pechos descansaron de sostenes y mi rostro se liberó de maquillaje. Para mi, no todo fue malo en ese riguroso encierro. Fue una especie de retiro espiritual. Mi cuerpo y mi mente tomaron vacaciones de muchas: pausé rutinas, olvidé presiones sociales, viajé por dentro y disfruté más que nunca de cada rincón de mi casa.

Por varias semanas, desintoxiqué mi cuerpo de desodorante, dejé la pintura de uñas a un lado y mis pies olvidaron los tacones. Usaba la ropa más cómodos del ropero, aunque igual procuraba ropa linda como si fuera a salir, como si tuviera un encuentro con gente querida.

¿Y para las citas virtuales? Arreglaba mi pelo a lo natural, usé más tratamientos caseros que nunca. En principio, lucía mi cuello y mis orejas sin collares y aretes, hasta que lo virtual se convirtió en el instrumento social y comenzaron las fiestas temáticas por zoom: encuentro de gala por el cumpleaños de una amiga, festejo de los 60 de otra amiga que vive en Nueva York y así, entre encuentros y fiestas, me tocó ser la anfitriona de una fiesta de sombreros y de muchas otras actividades entre familiares y amigos.

Cada semana varios motivos para diversos encuentros virtuales, hasta que mi vida social se puso tan o más activa que previo a la pandemia.

La virtualidad, con todas sus limitaciones, me reunió con gente que poco encuentro y sentí, que en medio de la crisis sanitaria, aumentaron por mucho las expresiones de cariño.

Cuando vino la covidianidad y se abrieron un poco las puertas, disfruté como nunca volver al mundo y encontrar gente. Agradecí la pausa, estar viva y lo aprendido.

El Nacional

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