Editorial

Entre gitanos

Entre gitanos

Se justifica la indignación mediática ante la exhortación de legisladores al jefe de la Policía para que se proceda a la eliminación física de los delincuentes que incurren en crímenes violentos pero, a riesgo de lapidación, hay que  advertir que  ese mismo consejo lo ofrecería la mayoría de los ciudadanos acosados o temerosos por el auge de la delincuencia y criminalidad.

Es más fácil colocarse las manos sobre la cabeza ante las  recomendaciones de  varios diputados para que los agentes policiales se oculten de la prensa al momento de  ultimar a un  malhechor o que se improvisen paredones para ejecutar antisociales, que admitir que  la ciudadanía también  condena la impunidad bajo  cuyo manto los delincuentes se mueven a sus anchas.

El jefe de la Policía, mayor general José  Armando Polanco Gómez, compareció ante la Comisión  Permanente de Interior y Policía de la Cámara Baja para  explicar lo relacionado con  la seguridad ciudadana diezmada por  una serie de  asesinatos, robos, atracos y asaltos perpetrados durante los últimos días.

Aunque el pedido para que la Policía actúe con mano dura frente a la delincuencia fue inadecuado o contrario al quehacer  del Poder Legislativo, no debería soslayarse  el estado de indignación que afecta a una sociedad virtualmente secuestrada por hordas de delincuentes, la mayoría  con amplio prontuario  criminal, sin que se sepa por qué no han sido condenados por los tribunales de la República.

Es obvio que no se le puede pedir a la Policía que se comporte a la altura de  antisociales que no paran mientes en asesinar a sus víctimas, pero con los mismos ímpetus que se rechazan esas recomendaciones de legisladores, debería exigirse al orden judicial el cese de la impunidad ante  el crimen.

Si el jefe de la Policía  sostiene   en barrios populosos, sectores  residenciales, en áreas urbanas o rurales, encuentros similares al  realizado con los diputados integrantes de esa comisión, con toda seguridad que recibiría las mismas exhortaciones, sin que en ningún modo se  consideren como receta infalible para  afrontar  los preocupantes niveles de criminalidad.

No es aconsejable leerse las cartas entre gitanos, ni pretender montar espectáculos ante inquilinos del camerino, porque todos saben que  los desacertados consejos legislativos  fueron hechos fuera de la agenda establecida por esa Comisión Permanente de la Cámara de Diputados, cuyos miembros también expresaron  preocupación por el deterioro de la seguridad ciudadana.

Se condena la receta ofrecida al jefe de la Policía, por ilegal y nociva, pero ese yerro no  debería convertirse en cortina de humo que impida señalar  que el  factor que más incide en el incremento de la delincuencia y la criminalidad es la venalidad e impunidad judicial, que ha llegado al extremo de que los delincuentes entran y salen de los tribunales como Pedro  por su casa.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación