Editorial

Epidemia

Epidemia

Narcotráfico y crímenes conexos constituyen una pandemia  con  perenne amenaza de contagio sobre Estados, gobiernos, partidos políticos, instituciones financieras, jurídicas, militares, cívicas, religiosas y todo el tejido social, por lo que se requiere suministrar  una vacuna colectiva contra esa infección que puede ser fatal a la supervivencia de la democracia y anhelo de convivencia  civilizada.

A pesar de  esfuerzos y programas supranacionales para  combatir la gran industria de la droga que abarca  extensas plantaciones de coca en Bolivia, factorías de elaboración de pastas de cocaína en Perú,  hasta  las  estructuras de mercadeo y gestión de negocio en Colombia, el narcotráfico constituye hoy una  gran multinacional del crimen con capitales y rentabilidad por miles de millones de dólares.

 Tal es el  poder del narco  y su  capacidad de permearlo todo que la Organización de Naciones Unidas  aprobó una convención mundial para  derribar todas las fronteras jurídicas en la persecución contra ese flagelo declarado también crimen de lesa humanidad.

El narco ha permeado  el sistema financiero de Estados Unidos, pudo contagiar  al Banco Ambrosiano y sus capitales  reposan también en  bóvedas de Bancos  en los  cinco  continentes, mientras sus tentáculos  criminales agobian  al sistema político de grandes naciones, donde  han desencadenado  una estela de violencia y terror sin ejemplos.

No debería extrañar, pues,  que en  República Dominicana el narcotráfico  procure penetrar en  estructuras electorales de partidos políticos, como antes lo hizo en  el ámbito militar y policial y como seguramente ha intentado infectar a la anatomía de los poderes públicos y de instituciones de la sociedad civil.

Durante las campañas electorales, los partidos políticos se exponen al contagio de esta epidemia, por lo que se requiere de un blindaje especial que evite que el dinero sucio contamine las finanzas de esas organizaciones y el buen nombre de los candidatos y lo que sería  peor, que por esa vía  gente de esa calaña pueda acceder o permanecer  en estructuras de influencia en estructuras públicas.

El caso de un  supuesto capo solicitado en extradición por la justicia estadounidense debería servir como clarinada para que todos los partidos, grandes y pequeños, se revisen de cuerpo entero, para determinar si  más garrapatas han logrado incrustarse  en su torrente interno.

El Nacional

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