Con la juramentación del Consejo Presidencial de Transición, en Haití no desaparece ni por asomo el escepticismo acerca de la restauración de la seguridad y la gobernabilidad en la convulsa vecina nación.
Después de anunciarse que la ceremonia se celebraría en una villa en las afueras de Puerto Príncipe, la capital, el acto se efectuó en el Palacio Nacional, pero a una hora diferente de la que se había informado.
Parece que con los cambios se quería despistar para evitar la embestida de las pandillas, que controlan la mayor parte de la zona en que está situado el Palacio de Gobierno.
Es claro que ni los propios miembros del consejo se sienten seguros por los enfrentamientos desde hace varias semanas entre unidades de la Policía y pandilleros de la coalición “Vivir Juntos”, liderada por Jimmy Cherizier (Barbacue).
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Los pandilleros, que demandaban la renuncia del primer ministro Ariel Henry, no solo han rechazado el Consejo Presidencial de Transición, sino que llamaron a la rebeldía.
La junta designó a Michel Patrick Boisvert como primer ministro, quien debe seleccionar al gabinete.
El panorama pinta que de no contar con el despliegue de tropas internacionales encabezadas por una potencia, la misión del consejo está destinada a fracasar. Porque la realidad ha demostrado que sobre la base del terror y la violencia el poder en la nación lo tienen los pandilleros.