Hasta las personas más insensibles se han estremecido con la excesiva crueldad que entraña el envenanamiento, sin importar las razones, de doce burros en Loma del Caimito, Santiago Rodríguez.
El dueño de la finca donde fueron encontrados los animales muertos, identificado como Bolívar Echavarría, ha sido detenido para fines de investigación. La versión que ha trascendido es que los burros, animales que tanto sirvieron en labores agrícolas y que hoy parecen en extinción, fueron envenenados porque penetraron a unos predios de Echavarría.
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Los presuntos responsables por una acción tan cruel tienen que ser, sin contemplación alguna, sometidos a la justicia. Eliminar a los asnos no era la manera de reparar el daño que pudieron haber causado al penetrar a los predios. De acuerdo con la ley el propietario es responsable de los daños a terceros que pudieran causar los animales.
En esta época en que la protección de la flora y la fauna se ha convertido en una obligación y se educa al respecto, la atrocidad no puede quedar impune.
El espantoso suceso debe servir para sensibilizar a la población sobre la protección y utilidad de los animales y las especies.
