POR: Rafael R. Ramírez Ferreira
rafaelelpiloto1@hotmail.com
El pueblo quiere estar con los políticos pero, que los políticos estén con él
El pensar cuesta. El buen pensar, aún más. Al igual que el querer, que duele hasta los tuétanos pero, el dedicarse a odiar algo, cual cosa sea, duele y cuesta mucho más. Sin odios ni rencores es más digno cuando hablamos del país. Es la razón por la cual hemos dicho que recordar, muchas veces es algo voluntario, pero el olvido es imposible, mucho menos, tratándose de la Nación.
Y es precisamente el juego que muchos quieren que juguemos, al olvido, al odio y es quizás por eso, que este pueblo se comporta como un zombi. Quizás el tiempo viviendo en esta incertidumbre institucional que se muestra lenta, a pasitos muy lentos, como si no se moviese, casi estacionaria en el tiempo y el espacio, es lo que produce este dolor, porque eso molesta, hiere hasta el hartazgo y nos ha convertido en seres indefensos, incapaces de ponerle fin a este sufrimiento, a esta desilusión, a esta desgracia que solo pueden mostrar y soportar los seres pendejos… ¡como este pueblo!
Quisiéramos en términos generales, en todo lo que nos concierne, dejar las vacuas y engañosas teorías que han arropado todo y, sobre todo, de “leyes” acomodaticias, inspiradas en intenciones malévolas, en busca de una impunidad extrema frente a las “indelicadezas” que minuto a minuto urden la inmensa mayoría de nuestros políticos y más, si son funcionarios, esto, sin hablar de los “héroes”, cuya heroicidad la han heredado de por vida, exigiendo todo lo que sus ancestros rechazaron y por lo cual ofrendaron sus vidas.
Desearíamos en verdad, irnos al pragmatismo del cantautor Sabina, claro, acompañado por los políticos, porque en verdad me gusta convertir en hechos, lo que está en la mente o en la voz, de aspirar y hacer cosas pequeñas -algo así como está haciendo el Primer Mandatario-, gústele a quien le guste o disguste, pero que en su pequeñez, anidan inconmensurables y satisfactoriosresultados. Como ese de “yo queriendo dormir con ella y ella no queriendo amanecer sola”.
Y, en verdad, este ha sido siempre el querer del pueblo pendejo, estar con los políticos cuando ellos quieran estar con el pueblo. Pero… ¡qué va! Elecciones tras elecciones los líderes con la misma repetitiva escena, un jardín de bellas flores y suculentas frutas para el pueblo, y al llegar al poder, ese bello jardín se convierte en un terreno estéril, lleno de fieras hambrientas, cactus y espinas por doquier, que en su descarado discurso, nos lo presentan como si fuese el paraíso prometido.
Creemos, y las circunstancias asílo presentan, que este pueblo tendrá una agonía eterna y con esto, reiteramos, que no pretendemos ni muchos menos aspiramos a que exista otro tipo de régimen, aun y a pesar de que muchos hablan de que vivimos en una dictadura, no precisamente y aunque parezca un dislate, de un solo partido, no señor, eso sería lo de menos, sino, que esa tiranía, dictadura, satrapía o como le venga a muchos llamar, es ejercida por un comité, carajo… ¡un comité!.
Lo cierto es, que este pueblo, de una u otra manera, solo lo único que ha exigido, es que se establezca la dictadura de la ley, que sea igual para todos, que nuestros “representantes y funcionarios” terminen la burla de creerse que este país es un mercado privado y ellos poseen todas las acciones. Pero, mientras todo esto pasa, el panorama muestra un pueblo execrado, perdido, sin rumbo institucional, donde las leyes solo se aplican a los pendejos, desprotegido de autoridad moral y ética que lo defienda.
Y, lo grande del caso, es que, aquellos fervorosos seguidores de sus fundadores o fundador y que se han vuelto fieras insaciables, voraces con todo y de todo, prepotentes y altaneros, a los cuales no se les puede siquiera insinuar un camino, un comportamiento, poseen las capacidades intelectuales suficientes para retomar el buen camino, aquel que se perdió entre los vericuetos del poder mal ejercido y volver a las tertulias de antaño e imponer un ritmo de eficiencia y moralidad que le dé un vuelco a la situación imperante que ellos mismos han creado, desarrollado y defendido.
Mientras tanto, este pueblo prosigue viviendo de los silencios huecos de siempre, salvo contadas ocasiones. En tanto, los cuentos de camino continúan y los presentan como la panacea de todos los problemas. Como ejemplo, la ley de partidos y la eliminación del artículo 85 del código procesal penal, cuya aprobación paso, dizque por debajo. Continuaremos, si es que les da la gana a los que cierran boca y además… ¡mandan! ¡Sí señor!
Twitter:@rafaelpiloto01
 
 
 
                                      
             
             
             
             
             
  
                                 
                                 
                                 
                                 
                                