Sin ley igual para todos, el caos y el blindaje crecerá y se fortalecerá
Un país secuestrado por miles de intereses, todos particulares. Las luchas se han caracterizado en las últimas décadas por llevarse a cabo en interés de algún político, grupo o asociación, pero sin tomar en cuenta el País, la Nación, la República.
Las leyes se elaboran para satisfacer egos o ambiciones grupales, sin que cuente la llamada Ley de Leyes, Carta Magna, Constitución o con el mejor de todos los nombres,-por la realidad que encierra-, “pedazo de papel”, la cual en uno de sus principales enunciados dice, -si es que lo dice- y no es mi gran ignorancia que se lo imagina, que ante los ojos de la ley todos somos iguales, esto es, no puede haber privilegio y mucho menos existir monopolio para ningún grupo o claque, porque la ley es para medir a todos con la misma vara.
Pero vaya a ver que en la realidad no es así, por más que juristas o leguleyos pretendan justificar con falsas y bien coordinadas justificaciones. El descarado incumplimiento de lo establecido, nos ha llevado a que el llamado monopolio de la violencia que le corresponde al Estado para hacer cumplir las leyes, como por arte de magia ha pasado a ser ejecutado por grupúsculos políticos, Pseudos sindicalistas, empresarios y pandilleros.
De ser cierto lo que digo está establecido en la Constitución, toda ley que tienda a legalizar por medio de leyes el monopolio, cual que este sea, es simplemente ilegal y por lo tanto su cumplimiento no es obligatorio para nadie, aun el estado lo apoye.
Colegiatura, cual sea, que haya que pagarle por ley, una especie de impuesto para llevar a cabo funciones que le corresponden al Estado y que además posee instituciones para ello, es tan sencillo como decir ilegal. Y más, si buscamos el origen de esas leyes obsoletas y el por qué existen aún. Para muestra un botón; “El Codia”.
Pero, a cosas como esta los políticos no le meten el diente, prefieren el silencio cómplice y cobarde. Quizás sea tiempo, aun sea solo un decir, de hacer algo, de mover los muebles, de limpiar la basura, de fumigar, no solo en los hogares y las instituciones sino, en el país entero. Quizás sea el tiempo de acabar con los miserables, carentes o muy humildes en la posesión de principios y hasta de dignidad, que por pura coincidencia, son las cualidades por las cuales son nombrados para ejercer funciones en la “Finca Estatal” y que de inmediato, su principal tarea es buscar los compañeritos que le servirán de escoltas para el fantasmeo, pero no cumplen con y para lo que fueron nombrados, ¿o no?.
Por eso, el discurso de los políticos en campaña –que siempre lo están-, se parece a los pronósticos de la ONAMET, que de las 32 provincias y el Distrito Nacional, nombran 29 donde no lloverá, ¿comprenden? Igual que los políticos que hablan y prometen de todo sin ir directo al grano, sin meterle el diente a los pocos problemas que producen todos los demás. Como la corrupción, el burdo clientelismo político y el cada vez mayor y más fuerte blindaje.
Y sé que todo esto le hace daño a muchos al igual que a mí. Parece una película de mal gusto pero es una realidad la falta de autoridad en la frontera, donde un grupito de camioneros hace y deshace a su antojo sin que aparezca una grúa para despejar la vía, pero nada pasa. ¿El transporte en general? ¡Bien de bien! Cada quien conduce por el carril que le venga en ganas; doblan sin poner las direccionales; los dueños del país utilizan placas privadas para conchar y nada. Uniformados mal uniformados, que se ensañan en los más pendejos mientras en sus propias narices se estacionan por encima de la señal que lo prohíbe pero… ¡nada! ¡No j…s! ¡Si señor!