La vinculación de tres policías en el asesinato de la estudiante Franchesca Lugo, durante un atraco por encargo, se erige como señal inequívoca de que el cáncer de la delincuencia ha hecho metástasis en esa institución, lo que requiere de una urgente cirugía mayor para extirpar el mieloma que corroe su estructura ósea.
Con la designación de un nuevo jefe policial se renuevan expectativas o esperanzas de que se encaminarán esfuerzos serios y decididos para extirpar tumores en su seno, pero al cabo de poco tiempo se renueva la frustración ciudadana que padece de un cuerpo del orden diezmado por la corrupción y la delincuencia.
Se admite que no pocos titulares policiales y oficiales pundonorosos han hecho todo lo humanamente posible para sanear una institución que es auxiliar de la justicia y garante del orden y de las propiedades públicas y privadas, que sin embargo mantiene el penoso rango de ser una de las entidades peor valoradas de la nación.
No resulta casual que tres agentes policiales, junto a un ex alistado se constituyan en asociación de malhechores para atracar y despojar de un vehículo a una pareja de jóvenes emprendedores, un crimen por el cual cobrarían cien mil pesos.
Por desgracia, durante la comisión de ese atraco, uno de los policías asesinó a la joven Franchesca, de 19 años, locutora y estudiante de periodismo, lo que demuestra que la Policía sigue corroída por la delincuencia, un cáncer que es preciso extirpar a cualquier costo.
Vale la pena recordar que hace meses otros oficiales, rasos y alistados de la Dirección Antidrogas de la Policía se confabularon para robar y vender un cargamento de cocaína, y que entre los acusados figura el propio director de ese departamento policial, por lo que la oficialidad sana de ese cuerpo está compelida a separar trigo de espigas.
El Gobierno se empeña en diseñar un programa de Seguridad Ciudadana que resulte efectivo para la prevención de atracos, asaltos, sicariato y otras modalidades de la criminalidad, pero es obvio que se requiere con urgencia desalojar a los delincuentes que manchan el buen nombre de la Policía Nacional.
El asesinato de Franchesca Lugo, durante un atraco perpetrado por tres agentes y un ex alistado, taladra el alma ciudadana y colma de indignación a una sociedad que exige a viva voz que se impida de una vez y para siempre que delincuentes patrullen las calles vestidos de policías.