Editorial

Extraño

Extraño

No parece que la democracia dominicana haya avanzado lo suficiente en más de cincuenta años de  elecciones continuas, si todavía  se requiere que embajadores de principales economías del mundo acudan por ante el Presidente de la República a expresarle preocupación por actos de violencia que  se han registrado durante la campaña electoral y a pedir garantías de que los comicios sean transparentes.

Es difícil ver en una nación sin crisis política o social que 12 jefes de delegaciones,  encabezados por la de Estados Unidos, soliciten audiencia al jefe de Estado para expresarle tipos de preocupaciones que pueden ser canalizadas vía Cancillería, a menos que sus respectivos gobiernos estén convencidos por las informaciones suministradas por esos embajadores de que algo malo pueda ocurrir.

Llama la atención que  el intempestivo encuentro de  esos diplomáticos con el presidente Leonel Fernández coincide con un comunicado emitido ayer mismo por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y otras personalidades, en  el que se expresa preocupación por el tono del lenguaje en la recta final de la campaña electoral.

Tales preocupaciones o exhortaciones a que se garanticen elecciones limpias son siempre oportunas por sus positivos efectos previsores, pero  se insiste en señalar que  no es  común que en el ámbito de la diplomacia, una docena de embajadores obtengan el consentimiento de sus respectivas cancillerías para  expresar juicios de valor sobre  el curso de un evento cívico de entera competencia de los dominicanos.

A riesgo de lapidación hay que  señalar que la campaña electoral que ingresa a su etapa final ha sido una de las más pacíficas de los últimos años, con reporte de dos pérdidas de vidas en incidentes relacionados con  el proceso, a pesar de las múltiples caravanas y marchas que los partidos  realizan en todo el territorio nacional.

La verdad es que la ciudadanía ha tenido un comportamiento cercano a lo ejemplar, no así el liderazgo político que ha desarrollado un discurso electoral agresivo, incisivo, excluyente y violento, en el que las propuestas han quedado  subordinadas  a un segundo plano, por lo que  resulta extraño que los embajadores  muestren preocupación por una expiral de violencia, muy inferior al registrado en otras latitudes.

La sociedad dominicana debería agradecer el gesto de los  enviados de Estados Unidos, Canadá, Unión Europea, Brasil, Costa Rica, Francia, Colombia, Países Bajos, México, Gran Bretaña e Italia, pero es oportuno recordarles a esos dignísimos representantes que  la barrera entre  buena intención e intervención es  apenas imperceptible.

Los votos  son para que  la campaña electoral transcurra en completo orden, que las votaciones del día 20 transcurran sin ningún tipo de dificultad, que los resultados  electorales sean  computados y transmitidos con rapidez, para que no sea necesaria la intervención directa en la resolución de conflictos de esos embajadores, líderes del clero ni ningún otro interviniente nativo o extranjero.                                 

El Nacional

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