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Final inmaduro de Nicolás Maduro

Final inmaduro de  Nicolás Maduro

Nicolás Maduro, el inmaduro presidente de Venezuela, contra todas las voces y fuerzas políticas internas y externas de su país, obtuvo una jura del cargo para un segundo mandato, el día diez del presente mes, que hasta el menos versado en el tema, es capaz de escribir sin grandes lapsus de equivocación, una crónica lóbrega que presagia el final de este gobernante carente del menor atisbo de sindéresis y prudencia.

La temeridad del inmaduro Maduro enfrenta la aversión de Estados Unidos en tiempos del rudo unilateralismo del presidente Donald Trump, tan rudo como su homologo Teddy Roosevelt, 18 Estados de la OEA, Canadá, Unión Europea, la Conferencia del Episcopado de Venezuela y el grueso de la oposición, un infranqueable muro más vigoroso y efectivo que el proyectado por el presidente Trump con México.

Es un muro de elemental raciocinio, del que carece el inmaduro Maduro, sin espacio para la sindéresis, muy cónsono con su oficio de conductor de autobuses en Caracas, réplica criolla de Juan Hubieres, resulta imposible franquear.

Algunos tildarán de peyorativa esta concepción, recordando el oficio de tornero de Josip Broz Tito en Belgrado y soldador de Lech Walessa en Gdansk, empero, las formaciones políticas de ambos, no es posible compararlas con el inmaduro Maduro ni con Hubieres. Por favor.

Ese paquete interior y exterior de poder se pronunció categorizando de ilegítimo un segundo mandato del inmaduro Maduro, considerando surgido de un fraude electoral, réplica del estilo que manipuló el inefable presidente Joaquín Balaguer en 1978 y 1986, chamuscando el primero obteniendo el segundo el beneficio sombrío de la Junta Central Electoral, que ganó en buena lid Jacobo Majluta.

De 193 Estados inscritos en la ONU, solo asistieron al segundo mandato espurio del inmaduro Maduro, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, Nicaragua, Daniel Ortega, Cuba, Miguel Díaz Canel y Salvador Sánchez Cerén, exguerrillero del Frente Farabundo Martí, de El Salvador, inasistiendo Vladimir Putin y Xi Jinn-ping, padrinos y socios del chavismo, dos de los únicos tres grandes líderes del mundo de hoy, que completa Trump.

Nuestro presidente Danilo Medina entendió la básica interpretación del interés nacional y no confrontar por segunda vez al imperio, la primera vez cambiando las relaciones diplomáticas de Taipei por Pekín, decantándose por ilegitimar al inmaduro Maduro. Correcto.

Fue notoria la ausencia de los presidentes de Brasil y Argentina, que con México, son las tres economías más relevantes de América Latina, eximiéndose México conforme a su tradicional política de no intervención en asuntos internacionales, experiencias que amerita considerar y respetar, forjadas en las intervenciones afrentosas que sufrió de su prepotente vecino, que le amputó la mayor porción de su territorio en guerras inventadas en 1845-1847.

Política firme y coherente que mantuvo incólume cuando Estados Unidos logró en 1960 la condena al generalísimo Rafael Leónidas Trujillo en la Conferencia de Cancilleres de la OEA que sesionó en San José de Costa Rica al vincular al dictador en el intento de asesinar al presidente Rómulo Betancourt de Venezuela, y cuando la OEA extrañó de su membrecía a Cuba en 1961.

Oportuno recordar la vibrante intervención del entonces Canciller venezolano condenando al dictador dominicano por su abominable intento de asesinar a Betancourt, protector insigne del exilio antitrujillista, hasta tanto, que desde entonces cuando alguien acusa con pruebas, se dice expresa verdades igual al inolvidable Canciller venezolano.

El grueso de países que deslegitiman un segundo mandato con levaduras espurias del inmaduro Maduro sustentan su actitud interpretando que surge de una consulta carente en lo absoluto de transparencias, con una oposición perseguida, con 350 presos y 400 muertos en protestas callejeras en toda Venezuela.

Una democracia con presos políticos es el símil de una farsa, porque la base de sustentación de una democracia es la disensión, y cuando la disensión no es posible, entonces la democracia es substituida por la dictadura, que es lo que acontece en la patria del libertador Simón Bolívar, que precisamente no creía en la democracia, sino en la autocracia.

Venezuela posee las reservas de petróleo más fabulosas del planeta, con 301, 501 millones de barriles, seguida por Arabia Saudita con 264, 516 millones de barriles, que fueron dilapidadas por La Conchupancia, resultado de la Conferencia de Punto Fijo pactada por Acción Democrática y COPEI, reiterando la dilapidación el comandante Hugo Chávez, pretendiendo el imposible de erigirse en líder de América, sabedores todos quien lidera por avasallador poder este continente, comprando US$360 mil millones en armas a Rusia, para pelear contra quien.

El porvenir mediático de Venezuela y los venezolanos es de pronóstico reservado, y sin muchas reservas, con inflación manicomial de un millón por ciento, crónica desabastecimientos de alimentos, medicinas, desempleos.

La obvia perspectiva y solución de la anomia venezolana, apunta a un grupo de militares de baja graduación, incontaminados de peculado que imiten al comandante Chávez cuando depuso al presidente Carlos Andrés Pérez, y extradición al Tribunal Penal Internacional de La Haya, Holanda, del inmaduro Maduro, Diosdado Cabello, cerebro obtuso del inmadurismo y otros lacayos perversos, que han entronizado el caos en Venezuela, culminación de la tragedia humanitaria que padecen los venezolanos, idéntico como acontecerá con el dictadorzuelo de Nicaragua, Daniel Ortega y su consorte Rosario Murillo.

La Haya, y que no haya dictadores en América Latina. Es cuestión de un tiempo. No extenso. Esperemos y veremos. “Sic Transit Gloria Mundi”.

El Nacional

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