Con respecto a los combustibles se sabe que en su elevado precio influyen los impuestos y los márgenes de comercialización para las empresas que participan en el negocio.
Lo que se desconoce y se ha criticado es la “fórmula secreta” que se utiliza en el cálculo semanal para fijar los precios. De nada han servido las protestas sobre la evidente violación para que se transparente un proceso oscuro.
Para los consumidores las autoridades no fijan los carburantes conforme a las leyes del mercado, sino por conveniencia política o económica. Al reconocer el impacto de la “fórmula secreta”, el ministro de Industria y Comercio, Víctor Bisonó, tiene que abocarse a una revisión de un método lesivo hasta para la seguridad jurídica.
Con los altos impuestos debería también hacerse algo, pero se sabe que esa decisión no es administrativa.
El propio Bisonó se ocupó de recordar que los precios de los carburantes se determinan al sumar el costo FOB, el del transporte y seguro marítimo, los costos bancarios asociados a la importación, así como el cargo por terminal portuaria y los gastos administrativos.
En ninguna parte, como se advierte, se menciona fórmula secreta alguna.