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Gas-motor

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Manuel Fermín

El Gobierno se propone ejecutar una medida que podría arrastrarlo a un desacuerdo innecesario: poner en práctica un Plan de Conversión de Combustible Limpio en vehículos de trasporte de carga y de pasajeros.

La idea es técnicamente apropiada y viable, pero puede y sería discriminatoria si se privilegiara el uso del gas natural en perjuicio del GLP.

La A-GAS (Asociación de distribuidores) ha expuesto las bondades, la experiencia y las facilidades de distribución del GLP en el país para ser ponderada por las autoridades: desde 1954 ha sido un defensor del medio ambiente; 410 mil vehículos lo usan; no provoca efecto invernadero (15% reducción CO2 menos que la gasolina y 80% de NOx  contra el diésel); reducción del ruido; se ha comprobado que el GLP es tan o más limpio y que posee dos veces más poder calorífico que el gas natural; 1300 estaciones instaladas en el país con 3,082 dispensadores, y el alto costo de los equipos de GN que supera en más de 20 mil pesos los de GLP.

Hasta ahora lo que ha encendido la alarma es que se ha corrido la voz de que el Gobierno comenzaría el referido plan por instalar equipos de GN en 300 autobuses nuevos para el transporte de pasajeros en la capital, Santo Domingo Oeste y Santiago, inicialmente.

Lo justo sería que se hiciera en un 50% para cada combustible pues reúnen condiciones muy similares aunque el GLP goza de las ventajas citadas precedentemente. Por tanto, importa observar que la balanza de los argumentos es válida para confrontar dos posiciones igualmente convincentes.

Pero sí es de simple razonamiento, entonces, que estratégicamente conviene que el GLP y el GN compartan el escenario.

Así pues, este corto relato, pensado bajo el signo de la mesura, invita al recto juicio de las autoridades para no tomar una medida que puede llevar malas consecuencias para el equilibrio económico del mercado gasífero nacional.

Por: Manuel Fermín (mfermindilone@gmail.com)

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