Escribo este artículo porque lo creo necesario, pero confieso que tengo el corazón compungido, roto en mil pedazos, y sin poder digerir mentalmente la masacre acontecida en Uvalde, Texas, donde 19 niños y dos maestras murieron baleados por un joven tan solo de 18 años de edad.
Según narran los medios internacionales, el atacante Salvador Ramos entró violentamente y comenzó a dispararles, luego de decir: es hora de morir, no le importó quiénes eran esos pequeños ni que sus familias jamás volverían a ver sus caritas hermosas e inocentes. Los familiares de las maestras jamás pensaron que ese fatal día se despedirían para siempre.
¿Por qué hablo resguardar la generación de relevo? Simple, este suceso me hace meditar profundamente en nuestros hijos. En lo que estamos haciendo o dejando de hacer por ellos para que vivan en un mundo más seguro donde puedan crecer y que finalmente sean el relevo.
Las empresas y los agricultores manejan este término de relevo generacional, porque entienden que son ellos quienes dan continuidad al servicio o la producción que, con calidad y autenticidad, una familia va construyendo al pasar de los tiempos al punto de crear una marca.
Cierto que la República Dominicana no tiene estadísticas de muertes de niños por tiroteos en las escuelas, gracias a Dios y nuestras autoridades, pero sí por balas perdidas de episodios que se dan entre policías y delincuentes, por ahogamiento en cubetas, cisternas y por accidentes de tránsito. Y muy intrigante, niños desaparecidos.
Hay estadísticas importantes de muertes de niños por descuido de sus acompañantes en piscinas, ríos y playas. Al volar las chichiguas encima de las azoteas, en fin, ocurren muchas muertes de inocentes que no deberían suceder, pero pasan.
Pero no solo la muerte física detiene el paso del relevo generacional sano y productivo, porque también lo impide situaciones de conducta y salud mental que van de la mano con el maltrato, la negación a sus derechos, el abuso infantil en todas sus manifestaciones: falta de una vida digna, de amor, de un techo seguro, de una educación adecuada, mala alimentación, ausencia familiar y falta de protección social.
Todos los puntos antes expuestos son importantes a la hora de saber cuáles aspectos están faltando o fallando para construir una generación de relevo fuerte, sana y productiva.
Algo ha estado sucediendo en las sociedades Norteamericana y Latinoamericana, donde los adolescentes y jòvenes adquieren cada vez una conducta violenta, antisocial, ausente de la realidad.
Por: Wendy Carrasco