Por: Carlos T. Martínez
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Yo que soy padre y sé todo los que somos capaces de hacer por nuestros hijos. Pues ningún padre quiere ver a un hijo sufrir, siempre queremos lo mejor para ellos y siempre lo defendemos a capa y espada.

Sin embargo, en un momento de la vida es necesario que los hijos aprendan a defenderse, caerse y levantarse solos. Deben aprender a discernir entre lo bueno y lo malo, ya que, aunque queramos no estaremos ahí para ellos siempre. Hago esta breve reflexión por todo lo que ha acontecido con la gran humorista Cheddy García y su hija Chelsy. Ambas con un talento innato.

Recuerdo a Chelsy que siendo una niña acompañaba a su madre a los estudios de grabación e incluso participando en los sketches de humor. Aunque pensaba que la niña se iría por esa línea del humor, decidió irse por la música, un mundo aún más difícil en el cual recorrer.

Todos sabemos que cuando se es hijo de un famoso, el hijo siempre vive bajo esa “sombra” o comparación de que si llegará o superará el nivel de su progenitor. He visto como Cheddy se ha encargado de defender a su primogénita tras unos supuestos ataques que según ella está recibiendo Chelsy.

Sin embargo, todo esto lo que ha creado una nube gris encima de su hija, pues en vez de estar hablando del más reciente tema de Chelsy, todo gira en torno a Cheddy y una persona que ella acusa de querer afectar la carrera de su hija.

¿Pero Cheddy se habrá puesto a pensar si su accionar también no le estará afectando a su hija? O ¿Qué si el único daño a la carrera de su hija lo está ocasionando ella misma?