Despedir a un ser querido es muy doloroso, pero cuando es una madre que se nos va, se nos desprende el alma misma.
Mi madre Gisela partió hace unas horas a los brazos del Padre dejándonos un vacío inmenso y a la vez un infinito agradecimiento de Dios por la madre que nos dio.
Como hombre de fe se que su espíritu hoy habita en esa morada donde el amor y la paz serán su pan nuestro de cada día.
Quiero honrar su memoria con una carta de su nieto mayor Alberto José, a quien ella amó entrañablemente y tuvieron una relación muy especial:
«Abuelita querida, la vida se nos va muy deprisa.
No pude estar aquí contigo físicamente por cuestiones ajenas a mi voluntad. Pero honrar tu amor y devoción emocionalmente vale más que la presencia física en estos momentos. Quiero decirte que fuiste un pilar en mi niñez y crecimiento. Cómo no recordar esos momentos en lo que lo único que deseaba en la semana era que llegasen los viernes para poder ir a visitarte y comer en tu casa después de una larga semana de colegio.
Donde Olga o Estervina nos preparaba esa rica comida de arroz y habichuelas y pollo guisado, totalmente orquestado por ti. Recuerdo como si fuese ayer, cuando usabas tu voz matrialcar y de autoridad para decir que “ese arroz no está como le gusta a Alberto”, a él le gusta que quede “apastao”.
Luego pasar el día jugando en tu patio y en las tardes acostarme en tu cama a tu lado viendo televisión, aprovechando que abuelo estaba en su oficina leyendo los periódicos. No olvido ese olor a “mentol” particular en tu habitación y aprovechabas para preguntar “que si me dolía algo?”, para darme un masaje con el mismo porque también tú querías ponértelo.
Cuántas bonitas memorias, cuántas travesuras que tú y abuelo nos aguantaron a mí y a Mauro mientras destruíamos todo lo que nos pasaba por el frente.
Qué bonito es recordar y sonreír pensando en ti. Fueron pasando los años y el tiempo se nos fue complicando. Cosas de la vida, pero jamás, jamás se olvida que era amor puro.
Ir a tu casa luego de adulto, después del trabajo, luego de regresar de viaje, sentarme a tu lado y agarrarte de la mano, sintiéndome orgulloso de que cuando entraba por la puerta después de muchos días sin verte me recordabas y llamabas por mi nombre sabiendo que era tu nieto. Te amo abuela, y siempre te amaré. Hoy no es el fin, sino el empezar de lo que realmente es vivir «.
Llevaré tu legado mientras vida tenga, de mi alma no te irás ni un instante jamás, inspirado en tu amor elevo mi canto, a ti madre querida, incondicional.
Descansa en paz madre eterna.