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¡Hágase el Streaming!

¡Hágase el Streaming!

Hoy hay algo que se puede disfrutar prescindiendo de su compra: la música. Esta expresión artística no ha podido ser monetizada como lo fue en una época. Es prácticamente gratis.

Ante esta situación, la industria del disco trata de recomponerse de la devaluación del producto. Por ello apunta hacia el modelo del streaming para crear la sostenibilidad y factibilidad comercial para una industria que había permanecido en estado comatoso en la última década.
Sin embargo, nuevos aires de optimismo comienzan a sentirse.

De acuerdo a la Recording Industry Association of America de Estados Unidos, en 2018 el 75 por ciento de los ingresos de la música llegaron a través del streaming. Once por ciento provino de las bajadas digitales mientras un 12 por ciento se repartió entre los soportes físicos del disco compacto y de vinilo.

Hoy una suscripción gratuita a una plataforma de streaming te proporciona mucha música al alcance y si te decides pagar diez dólares al mes para esquivar la publicidad, tienes a tu mano un universo de canciones inagotables. Este modelo está aquí, vino a quedarse e intenta darle vida a un moribundo modelo de negocios de la música.

Sin embargo, toda esta restructuración de la industria es un proceso doloroso para los músicos y compositores.

Son innumerables los artistas que se quejan de la baja remuneración que reciben por distribuir sus canciones en plataformas de streaming.

De acuerdo a la revista Digital Music News, para un músico recibir un cheque de $1,500 dólares habría que tocar una canción más de 341 mil veces si utilizas Spotify. Cada reproducción o streams se paga a $0.00437 en esta plataforma.

Aparte del pago irrisorio por la reproducción de una canción, la falta de transparencia y la indefinición de las reglas del juego provocan también suspicacias entre los músicos.

Ante la desaparición del protagonismo de las grandes disqueras y la definición de sus nuevos roles, los músicos han sido forzados a la autogestión y a emprender el lado mercantilista del negocio.

Igualmente, estos nuevos tiempos traen ciertos beneficios a los artistas, como el abaratamiento del costo de producir su trabajo. Darlo a conocer a través de plataforma de streaming sin incurrir en grandes gastos de distribución es otro gran regalo. Nunca ningún artista había tenido tanta facilidad para llegarle a un público aunque muchos no se enteren por la gran existencia de ofertas musicales.

Otra consecuencia de estos nuevos tiempos es que el lado creativo de una producción tiende a correr hoy en manos de los músicos.

Los encorbatados de las disqueras de entonces no son los intermediarios. El músico tiene la libertad para elegir su repertorio.
Napster desarticuló la manera de consumir música hace 20 años.

Ha tomado tiempo para que la música tuviera un sistema de difusión estable.

Spotify, líder de las plataformas de streaming con 217 millones de usuarios en el mundo, reportó ganancias por primera vez en este primer cuatrimestre del 2019.

La viabilidad y rentabilidad de Spotify, compañía suiza lanzada en 2008, podría ser la salvación o la hoguera de los músicos.

El Nacional

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