Opinión Articulistas Libre Pensar

Haití: ¿refundarlo?

Haití: ¿refundarlo?

Oscar López Reyes

(y II)

La adversidad/fatalidad de Haití se estampa como un récord/plusmarca en la historia latinoamericana, engendrada por el saqueo transnacional, la malversación de fondos de las élites internas, las fluctuaciones socio-políticas imparables -con más de 70 gobernantes en 220 años-, acelerado ahora por el terremoto de 2010, la Covid y el asesinato del presidente Jovenel Moise.

Por la codicia y la incomprensión, los depauperados y deambulantes hijos de los vecinos del Occidente de la isla lloran en patios de distintos países de América, y sobre la República Dominicana este desastre pende como la peligrosa espada de Democles. Y es que la inmensa mayoría de haitianos no acaba de desprenderse de la rebeldía que se remonta a la extensa e inédita revolución de esclavos contra los colonizadores franceses, encabezados por Napoleón Bonaparte.

Las potencias de ayer y hoy, las élites políticas, económicas y militares -y ahora unas 200 pandillas- siguen empantanando la evolución primaveral de ese tercio de la isla. También se suma la desavenencia e intransigencia, que emanan más padecimientos a esas masas irredentas y dan pábulos a organismos internacionales y a su huidiza diáspora irresponsablemente culpen a la República Dominicana de su propia tragedia.

Después que el presidente Luis Abinader tiró insistentes gritos para que auxilien a los habitantes del Oeste, se auspicia un Consejo Presidencial Provisional para trabajar en la celebración de elecciones presidenciales libres y diáfanas. El intervencionismo unilateral imperial ha sido harto dañino.

Ahora, Haití no puede valerse por sí y requiere socorro, porque unos 200 grupos armados han arrinconado a más de 200 organizaciones políticas, a los empresarios y a otras instancias de la sociedad.

Pacificado Haití y puesta al vuelo la funcionalidad del Consejo Presidencial, se impone propulsar una novedosa y acentuada estructura estatal, con rango de revolución socio-educativa, que arranque con un fideicomiso regido por la ONU, la OEA y otros organismos internacionales.

No sería ocioso efectuar un estudio que aborde el superego desde una perspectiva biológica, genética, antropológica y socio-histórica, para extraer píldoras que despidan la intransigencia, la malquerencia y el odio ancestral contra su principal socorrista: la República Dominicana. La estabilización de Haití en lo inmediato, su recuperación en el mediano término y su refundación a más largo plazo, con un profundo y sostenido cambio de comportamiento individual, intergrupal y comunitario, sanitario y laboral, serán el rescate a Haití, que salva también a la República Dominicana.

En el 2024 se está instalando un Consejo Presidencial Profesional de nueve miembros. Rogamos porque el charco de sangre ayude a cohesionar a sus integrantes para desmentir al general golpista Joseph Raoul Cédras: “para poner de acuerdo en algo a tres haitianos, hay que matar a dos”. Reclamamos comprensión y desprendimiento de resentimientos, típicamente desgraciados.