Para algunos puede resultar sorpresivo, pero para quienes tenemos años advirtiendo la necesidad de buscar nuevos mercados para nuestros productos no es algo nuevo. Haití vuelve a la ofensiva económica y al mismo tiempo agravante de la crisis migratoria con una nueva prohibición a productos dominicanos; pero como muchos en este país tienen memoria selectiva es bueno hacer un recuento de todos los ataques previos contra la industria dominicana.
Julio del 2012 el gobierno haitiano sin mediación de línea diplomática, o tan siquiera una llamada, prohíbe unilateralmente, la importación, distribución, comercialización y venta de los embutidos dominicanos (salami, salchichas, jamones, etc…) bajo supuestos de falta de salubridad de los mismos. Un país donde 1 millón de personas viven en carpas entre heces y alimentos con mujeres alumbrando en las calles.
Julio del 2013, en igual ánimo, y enterándose nuestras autoridades por medios de comunicación haitianos de un decreto prohibiendo la importación, comercialización y uso, en cualquier formato, de bolsas y envases de polietileno expandido de producción dominicana resultando en pérdidas de US$50MM.
Marzo del 2014 fue la acción más insólita de todas, prohibieron la entrada y consumo de productos avícolas dominicanos alegando la presencia de la gripe N1H1 (aviar) en “nuestro lado de la isla” un país donde prevalece la tuberculosis mutada; donde la malaria mata a diario y el cólera es tan común como la ameba.
Pero ahí no concluyen los ataques, como fuego de artillería alemán en Normandía, continúan sin cesar y en marzo del 2015, bloquearon la entrada de frutas y hortalizas dominicanas, ahora bajo el cínico argumento de la “terrible y peligrosa” mosca del mediterráneo. Un país donde se comen galletas de fango y donde se moja el arenque en varios caldos para rendirlo; atreverse a prohibir entrada de alimentos –en cualquier condición- es un crimen abominable.
Ahora, con la nueva prohibición a la entrada de más de 23 productos continúan su estrategia de golpear hasta reducir a su menor expresión la industria dominicana y su producción, llevándose por delante –sin importarle, que, precisamente sean haitianos los más afectados- miles de empleos directos e indirectos. Desde la primera afrenta una quisquillosa pero persistente pregunta no ha dejado de afanar en mi cabeza, ¿y es que en el mundo no hay otros mercados? ¡Basta Ya!