Desde hace varios lustros, existe un plan macabro de fusionar la isla, cuyos autores no cesan de ejecutar su proyecto, orquestado para que nuestro país desaparezca como nación y haya un solo gobierno que dirija los destinos de los haitianos y dominicanos, un despropósito que está supuesto ser abortado en cualquier circunstancia.
Los haitianos, no sólo han invadido nuestro suelo, sino que de manera lenta y sistemática, se han apoderado de una porción importante del territorio nacional, donde hay comunidades que las reglas y las costumbres que imperan son propias de ese conglomerado social, cuyo país es ingobernable, pues su Estado hace décadas colapsó, originando la desaparición de sus instituciones, hasta el extremo de que carecen de registro civil para inscribir los nacimientos de sus mujeres parturientas.
Ahora nuestra bandera nacional, un símbolo sagrado, aparece en las sedes de ministerios del gobierno y otros organismos autónomos sin el escudo que lleva en su centro la sagrada biblia y su estandarte del grito de la Independencia de “Dios, Patria y Libertad”. Y lo grave de tal osadía, es que algunas empresas privadas también estamparon en todas sus marcas la bandera nacional, sin el símbolo patrio.
El respeto y la reverencia a la bandera dominicana es tan obligatoria que tiene jerarquía constitucional, y una ley adjetiva que sanciona su profanación, fue promulgada recientemente .pero al parecer, nació natimuerta, dado que el Ministerio Público debió de actuar de oficio para detener y sancionar a los autores de la violación a la normativa 210-19, a los fines de impedir la repetición de esa infracción.
La Carta Magna en su artículo 30 estable, que la bandera, el Escudo y el Himno Nacional son considerados símbolos patrios, y el 31 de la Ley de Leyes expresa que el escudo tiene los mismos colores de la bandera, llevando en su centro la Biblia abierta en el evangelio de San Juan, capítulo 8, versículo 32 y encima una cruz, coronado por una cinta azul ultramar, en la cual se lee el lema “Dios Patria y Libertad “.
Los haitianos han utilizado la bandera como un trapo de colores, la cual han quemado y ultrajado de diferentes formas, llegando incluso a utilizarla para amarrar cargas en vehículos livianos y para limpiarse el sucio de sus cuerpos.
