SANTIAGO. Los haitianos ilegales que realizan labores en lugares públicos de esta ciudad son cada día menos, a partir del cierre del Plan de Regularización y ayer se hizo más notoria esa realidad en vista de que pocos fueron observados trabajando por calles y avenidas.

Los que se aventuraron a hacerlo se desplazaban con rostros de preocupación, sigilosos y mirando constantemente hacia los lados y atrás, ante el temor de que en cualquier momento se desate una persecución por parte de las autoridades dominicanas y sean ellos los primeros en ser expulsados hacia su país.

El centro de esta ciudad, que en los últimos años ha sido escenario de la presencia de haitianos empujando carretillas repletas de productos agrícolas que ofertan a los transeúntes y residentes en la zona, ayer no fue tomado por esos extranjeros de la manera tan masiva como es costumbre.

La escasez de ellos en el casco urbano, donde es normal observarlos con esos carros pequeños de manos incluso transitando en vía contraria, también contribuyó para que el tránsito de vehículos y peatones fuera más fluido. Precauciones similares han adoptado los nativos de la vecina nación que se dican en esta ciudad a los trabajos de construcción de viviendas.

Ayer constructores consultados coincidieron al señalar que una buena cantidad de los haitianos que utilizan en esas labores ayer no se presentaron a sus lugares de trabajo, porque son ilegales.

Sin embargo, quienes se dedican a realizar obras de considerable magnitud dijeron tener la esperanza de que, si en definitiva se lleva a cabo el anunciado plan de repatriaciones sea lo suficientemente racional y humano, afectando lo menos posible los sectores de la vida nacional en donde se utiliza en gran medida la mano de obra haitiana.

La incertidumbre entre los nativos de Haití que viven aquí de manera ilegal los ha obligado incluso a no transitar por las calles de los barrios donde viven, con la libertad y facilidad con que hasta el pasado jueves lo hacían.

En prácticamente todos los barrios humildes de esta ciudad existen enclaves de haitianos, en la mayoría de los casos viviendo de manera inhumana, prácticamente hacinados, amontonados y con casi inexistentes servicios sanitarios y de agua potable, entre otros servicios públicos.