En un país como el nuestro la gente se pliega al poder de manera interesada y temporal; de manera oportunista y sinuosa muchos se acercan a pescar lo suyo, pero en actitud de sigilosa vigilancia para en la menor oportunidad irse detrás de quien dice la población y las encuestas que va a ganar las elecciones, tontos son aquellos que no se dan cuenta lo que aquí expreso y prefieren a sabiendas que no existen condiciones endógenas y exógenas para ganar, insistir en comprar apoyo o respaldo de lo que recién le adversaron, cuando lo justo e inteligente fuera que se recompensara a los que les fueron leales por muchos años y a los que los ayudaron a ganar, con el propósito de que en otra oportunidad poder contar con ellos, pero los perredeístas, hoy perremeístas, son la cabeza del parque jurásico político, son como los loros viejos que no aprenden a hablar, y cometen los mismos errores siempre.
Buscando lo que no podrán lograr por las razones aquí explicadas, pueden perder lo que tienen y es el favor hasta de sus propios militantes, que cuando vean llegar la jauría oportunistas abrevar en el manantial reeleccionista, mientras ellos se han quedado como perico en la estaca, esperando el alpiste que en 20 años nunca llegó para después ver cómo sus líderes alimentan a los aprovechados y ventajistas a costa de su arduo trabajo, tendrán que observar la alta dirigencia oficialista posteriormente como se producirá la obligada migración de una parte importante de los suyos a otros litorales, en razón del gran desencanto y la decepción por el olvido, ahí sentirán los reeleccionistas la veraz y atinada frase popular que expresa “quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde perro”.
Por: José Francisco Peña Guaba