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La Biblia y la Constitución

La Biblia  y la Constitución

El egoísmo, la ambición, la vanidad, el hedonismo, el simular lo que no somos y disimular lo que somos, nos han inducido a vivir en mundo anómico, vale decir, un mundo en donde la regla es la no regla. Se ha impuesto la fantasía.  Para construir ese mundo de fantasía, vamos destruyendo la realidad, con, entre otras cosas, la creación de grandes fábricas de vehículos y sofisticadas armas de guerra, que nos van contaminando nuestra principal fuente de vida material: el aire que respiramos; el aire que nos da la vida y, que sin él, ya no tendremos vida.

Lamentablemente, así vamos destruyendo paso a paso nuestro ecosistema.  Todo parece indicar que nuestros nietos, de seguir esto así, no heredarán futuro. No importa que dejemos los bancos llenos de dinero; las ciudades con rascacielos; las redes cibernéticas más sofisticadas.

Nada de eso servirá de nada, porque cuando ya no podamos respirar, entonces, todo se volverá una ruina que le servirá de estudios a los extraterrestres, para mirarse en nuestro espejo y, entonces, aprender que, el tanto aprender a construir un mundo de fantasías, tan sólo nos conduce a sembrar de escombros lo que pudo haber sido la vida ya destruida.

Por suerte, por gracias de Dios, para detener esta hecatombe, esta casi inminente destrucción, nos quedan algunos herramientas, por cierto muy valiosas, como lo son: La Santa Biblia, la Constitución las leyes y el trabajo por el bien común.  La biblia nos ayuda a conocer las más grandes verdades en cuanto a lo que siempre ha sido y será el hombre y la mujer; cómo pueden salvarse y cómo pueden construir un mundo de eterna felicidad.

En la biblia podemos ver que Jehová entendió muy bien al hombre y la mujer. Entendió las más profundas intenciones de éstos. Por eso nos dice en Génesis Cap. 6, versículos del 5 al 8: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves, del cielo, pues me arrepiento de haberlos hecho.
Pero Noé halló gracias ante los ojos de Jehová”. Y es que Dios es misericordioso, por eso pensó en darnos normas, para que podamos heredar el mundo que él nos había construido.

Y fue de esta manera que nos legó muchas reglas, tales como las que podemos encontrar en el libro de Deuteronomio, así como en Éxodo y en el Nuevo Testamento, entre otros importantes libros.

En Deuteronomio, capítulo 16, versículos del 18 al 20 nos dice: “Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio.

No tuerzas el derecho, no hagas acepción de personas, ni tomes soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da. (Esto va dirigido directamente a los abogados, ministerio público, jueces, funcionarios públicos y privados, así como a todos los líderes).

De igual manera, en Éxodo Capítulo 20, nos da una serie de pautas para que no llegáramos a lo que hoy somos: una sociedad amenazada por la destrucción.

Entre esas pautas nos dice que: no hurtarás, no hablará contra tu prójimo falso testimonios, no codiciará la casa de tu prójimo.
Desafortunadamente todo esas de las cosas que más lo violamos. Realmente no se le hizo caso a los Diez Mandamientos.

El mundo siguió hundiéndose y, para que nuestro se destruyera nos mandó Jehová a su hijo unigénito: Jesús. Jesús nos redujo los mandamientos a dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Pero ni los Diez mandamientos se han cumplido ni mucho menos los últimos dos de Jesús. Hoy se odia más que nunca. Hoy se levantan más falsos testimonios que nunca.

Hoy hay más francos tiradoras contra el que triunfa que nunca. Por eso García Márquez nos habla de los enemigos del triunfo ajeno.
Pero Dios sigue siendo misericordioso y nos sigue ofreciendo su gracia. A la Santa Biblia le ha añadido una Constitución y muchas leyes, que reglan la vida y tienden a armonizar los intereses individuales y colectivos de una sociedad multideterminada.

En la Constitución y las leyes nos da la clave para que podamos cambiar el rumbo del inminente desastre que nos puede esperar.  Hablando de los partidos políticos, nos señala en el numeral 3 del artículo 216 de la Constitución, que el fin esencial de los partidos políticos, que son los que organizan la sociedad, para la toma del poder y ser los árbitros del destino de los pueblos, es “Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana”, lo cual, tal y como ha ocurrido con los mandamientos, tan poco se cumple. Peor aún, se hace lo contrario.

Bueno, pero, para los que tenemos fe, aún tenemos tiempo de seguir trabajando, para que nuestros nietos tengan futuro. Eso solo se logrará, si nos llevamos de la Santa Biblia, cumplimos con la Constitución y las leyes y hacemos el bien común.

El Nacional

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