Les voy a contar la historia de Lucas, una estrella que desde que nació no podía brillar.
Cada noche, sus tres amigas brillaban y brillaban pero ella al no poder lloraba sin cesar.
Ella decía:
– ¡Es injusto! ¿Por qué ellas pueden brillar y yo no?
Sus amigas se dieron cuenta de su tristeza y estaban preocupadas por ella.
– Nuestra amiga está muy triste – decía una.
– Deberíamos hacer algo… – dijo otra.
Y así hicieron. Empezaron a contarla chistes para que se riera, adivinanzas para que estuviera entretenida.
La hacían cosquilla; pero Lucas seguía cada vez más y más triste; y sus amigas también, al ver que no podían ayudarla.
Entonces las amigas se pusieron de nuevo a pensar la manera de hacer feliz a Lucas y tras darle varias vueltas decidieron juntar un poco de luz de cada una para dárselo a su amiga.
– Mira Lucas, hemos juntado un poquito de luz de cada una; ¡bébetela y brillarás como nosotras!
Lucas no se lo podía creer, sus amigas la daban luz. Era el regalo más preciado para una estrella.
Cogió la luz, se la bebió y esa misma noche salió a brillar con sus amigas.
¡Lucas era feliz! Comprendió el gran valor de la amistad.
(Sara Recio)

