La gira de Marco Rubio por América Latina se produce en medio del volcán en erupción que constituye la deportación de indocumentados. De primera intención, ese debe ser uno de los puntos fundamentales de su agenda.
Cada país latinoamericano tiene problemas propios y agendas singulares, por lo tanto no hay un esquema general, sino particularidades en cada país.
Donald Trump llega al gobierno en los Estados Unidos en instantes que en América Latina hay un marcado cambio geo-político. Hay un viraje hacia la derecha. Cuba y Venezuela se destacan en la lucha geo-política, con su mantenimiento a la izquierda.
Los gobiernos con ideas renovadoras han ido desapareciendo, y al poder llegan los tradicionales sectores conservadores, ahora arropados dentro de la generalidad de ser considerados liberales.
El reflujo político hace difícil que Rubio encuentre protestas masivas a su llegada al continente, por el contrario, los gobiernos lo que tratan en estos momentos es de congraciarse con la nueva administración norteamericana.
Es bueno que todos tengan presente que los Estados Unidos son fieles a su consigna de que no tienen amigos ni enemigos, sino compañeros ocasionales de viaje. De ahí, que es improbable que la visita de Rubio a varios países del área sea para justificar las deportaciones de ilegales.
Los dominicanos tenemos que estar atentos a esta gira, que incluye a nuestro país. Hay problemas con Haití que de seguro se deberán tratar con Rubio.
Esta la migración masiva de indocumentados. Si los Estados Unidos son fieles a sus ejecutorias les darán manos libres a los dominicanos para que sigan con las deportaciones. Hay un tema que todavía es contradictorio: el establecimiento de campamentos de refugiados en territorio nacional.
Una vieja petición de los Estados Unidos y organismos internacionales de que se establezca por lo menos un campamento de refugiados en el territorio nacional, para dar asilo humanitario a Haitianos que han abandonado sus áreas de residencia por la acción de las pandillas.
Inaceptable cualquier petición en este sentido. Los dominicanos no se pueden echar sobre sus hombros la crisis haitiana. Tampoco se deben utilizar a las fuerzas armadas dominicanas para ser parte de una invasión a Haití.
La posición dominicana en la situación política de Venezuela, coincidiendo con los intereses norteamericanos, de seguro será punto vital de esta visita a dominicana.
Por: Manuel Hernández Villeta