Opinión

La Guayana y Haití

La Guayana y Haití

En 1687, la población de todas las islas era de 18,000 blancos y 27,000 negros, de esos 7,000 en Santo Domingo. En 1685 Luis XIV había redactado el Código Negro, y ya en 1665, habían llegado a la costa norte de Hispaniola, 800 franceses que se dedican al cultivo del tabaco y crianza de ganado. Ya para 1701 la población negra alcanzaba las 44,000 personas.

Bertrand DOrgeon, considerado el verdadero iniciador de la colonización de Santo Domingo, establece al Rio Guayubin como límite entre dos partes de la Hispaniola, para detener el avance bucanero hacia el interior de la isla.

Otro gobernador francés, Ducasse, promueve la inmigración de franceses procedentes de Santa Cruz, obliga los bucaneros a abandonar La Tortuga y a establecerse en Santo Domingo, solicitando el envío de prostitutas para casarlas con ellos, más “engagés” para fundar 14 poblaciones, importando más de 10,000 negros con cuya labor convirtió a Santo Domingo, en el siglo 18, en la posesión colonial más valiosa del mundo.

En 1663, dos compañías francesas fundan Fuerte Cayena en la Guayana, (un territorio del mismo tamaño de Portugal donde hoy apenas habitan 208,000 personas, 90% del territorio esta cubierto por selvas, el transporte es fluvial y se vive de la pesca) y en 1864, la Compañía Francesa Indias Occidentales consigue el afianzamiento colonial en la Guayana, mediante los mismos métodos de exterminio de la población local y su sustitución por esclavos.

Hoy solo 10 por ciento de la población es francesa, 60 por ciento es descendiente de esclavos cimarrones, el resto es creole y un diez por ciento desciende de los Miau de Laos.

Esa es la historia de la colonización francesa que ha sido preámbulo a la tragedia humana y medioambiental que hoy existe en Haití. Es por eso que digo que ha llegado la hora de que nos planteemos otro tipo de recolonización de los llamados territorios de ultramar, prácticamente despoblados, basada en la necesidad demográfica y en la sobrevivencia de los pueblos originarios, mediante una nueva forma de “engagés”, cuya emigración se facilite, cuyo status migratorio se defina y cuyo futuro se garantice, con tierra, aperos y ayuda técnica.

Esta es una historia que se repite en cada una de las hoy naciones “desarrolladas” de Europa y Occidente, forjadas con el fuego y la sangre de los condenados de la tierra y es irónicamente también la historia de la que se considerara como patria de los conceptos L:ibertad, Igualdad, y Fraternidad entre los hombres, y donde se gestó la Revolución Francesa.

Por esa tradición liberal es que creo que Francia es quizás el único país que puede entender la necesidad de que por lo menos un millón de hombres jóvenes haitianos pueda emigrar a la Guayana Francesa.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación