Opinión Editorial

La patria de Duarte

La patria de Duarte

Los dominicanos festejan hoy el 181 aniversario de la Independencia Nacional, el singular episodio histórico con el cual se proclamó la separación de Haití y se anunció el nacimiento un Estado soberano, libre e independiente, como lo concibió Juan Pablo Duarte, padre de la patria.

La efeméride que se celebra hoy es motivo de un desbordante orgullo patrio, porque el 27 de febrero de 1844, después de muchos años de lucha contra potencias coloniales, se disparó el trabucazo y se enhestó la bandera tricolor en la Puerta de la Misericordia, que anunció al mundo el nacimiento de República Dominicana.

Cuando en 1822 el ejército haitiano ocupó Santo Domingo tras el colapso del proyecto separatista de José Núñez de Cáceres, Duarte apenas tenía tres años de edad y la mayoría de los Trinitarios eran también imberbes, pero fue a esa generación a la que le correspondió la tarea de desalojar al invasor y proclamar la nueva república.

Lo mejor y más representativo de la juventud de entonces, liderada por Duarte, protagonizó históricos episodios políticos y sociales que conllevaron a la separación de Haití, todos los cuales sirvieron de referencia en la lucha de pueblos del continente por alcanzar su independencia.

El ideal independentista, asumido por el movimiento de los Trinitarios y consagrado en el Manifiesto del 16 de enero de 1844, pudo concretizarse por el fecundo liderazgo de Duarte, el arrojo y valor de los patriotas y la indignación causada por medidas represivas aplicada por el gobierno haitiano.

Puedes leer: La Patria

Ese régimen prohibió a los pobladores de la parte oriental de la isla ejercer el comercio, vedó el uso del idioma español, cerro la Universidad, confiscó propiedades de la Iglesia católica, limitó los oficios religiosos e impuso el servicio militar obligatorio, todo lo cual aceleró el proyecto de separación e independencia.

En la conmemoración hoy de tan trascendente efeméride resulta preciso advertir que sobre la soberanía nacional se ciernen nubarrones provenientes del mismo escenario del que fue preciso separarse y proclamar un Estado independiente, pero esta vez, ese riesgo no radica en el retorno de la espada invasora, sino en el desenfreno migratorio.

Los dominicanos están compelidos hoy a tomarse de las manos, jurar absoluta fidelidad al ideal de los padres fundadores de la dominicanidad, a la proclama de Dios Patria y Libertad, y levantar el lienzo patrio en clara señal de que República Dominicana no sería nunca parte de la solución del drama haitiano.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación