Editorial

La verja fronteriza

La verja fronteriza

El presidente Luis Abinader encabezó ayer el inicio de la construcción de una verja fronteriza para regular los flujos transfronterizos comerciales y migratorios, frenar contrabando y tráfico de drogas, garantizar la seguridad ciudadana y por consiguiente, la soberanía territorial.

Se trata de un primer tramo que abarcará un muro de 54 kilómetros  levantado en hormigón armado, estructura metálica, 19 torres de vigilancia y control, diez puertas de acceso para patrullaje y caminos para vigilancia y mantenimiento en ambos lados.

Ese muro, se afirma, no se construye para dividir, sino para unir a dos naciones, cada una en absoluto control soberano sobre su territorio, que procuran confluencias de  esfuerzos para ampliar el intercambio comercial, combatir el crimen y el delito y promover solidaridad en programas de desarrollo para sus respectivos países.

Lo que se construye en la frontera es una verja inteligente, cuya primera etapa representa una inversión superior a los RD$1,750 millones, que sería  completada en nueve meses, en tanto que la segunda fase, que  abarcaría 110 kilómetros, será licitada en junio de este año.

El presidente Abinader  anunció también que  en esta semana se instalará un sistema avanzado de control biométrico para el registro de personas que entren al país  por los pasos fronterizos regulados, que se presume no sería el mismo que supondría la entrega de carnets a mercaderes haitianos.

Se incurriría en un error político e histórico comparar la construcción de esa verja con la del muro que quiso levantar el expresidente Donald Trump en la frontera entre Estados Unidos y México, porque esa iniciativa, aunque quizás valedera, promovía una suerte de xenofobia que no debería reeditarse aquí.  La inmigración ilegal, contrabando y tráfico de drogas a través de la frontera debe combatirse resueltamente con o sin verja, por lo que ese muro no se construye contra ningún gentilicio, sino en beneficio de Republica Dominicana y Haití.

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Lo mejor sería que ningún sector político, social o económico se atreva a  embadurnar de xenofobia o racismo esa verja, garantista de la seguridad fronteriza y  de la soberanía nacional,  cuya  construcción redundará también en beneficio  de un  vecino abandonado a su suerte por sus mandantes.

Muchos creen muro no detendrá entrada ilegal de haitianos

El Nacional

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