Como nuestra existencia conforma una diversidad de actitudes, criterios e ideas, ahora que el cantante bachatero, Romeo Santos, fue duramente criticado por haber compuesto una canción atropellando a la suegra; yo debo decir que he sido adorado por las madres de las que han sido mis parejas.
En lo sentimental y afectivo, he sido mejor valorado por mis suegras, que por mis parejas. Todas me han distinguido y querido. Es más, en ocasiones, han defendido mi conducta ante su hija. Debo confesar que he sentido el cariño de éstas, demás familiares, los niños, y animales; me refiero a los perros.
Incluso, he tenido testimonios de que algunas suegras, luego de terminar una relación, han dicho: “en esta casa solo quiero como novio a Fernando”. Una de éstas llegó hasta decirme, antes de fallecer: “yo estaba equivocada, el que sirve es usted”. En este caso, no me refiero necesariamente a infidelidades; lo que sería algo rutinario y normal.
Pero refiriéndome a la bachata de Romeo Santos cuyo chorrito de voz afl.
autada no me gusta, aparte de que el auténtico sonero no resiste la bachata; debo decir que este muchacho tal vez se mal inspiró dejándose arrastrar por los palabras ligeras y descompuestas de algunas composiciones que hoy abundan en nuestro escenario artístico.
Sin embargo, el que la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía (CNEPR), haya prohibido la difusión del tema donde el bachatero insulta y hasta pretende matar a la suegra; confirma que somos una sociedad populista y reactiva. Según se informa, ya se difundía desde hace seis meses o más.
Sin aprobar las desafortunadas letras del tema, debo decir que del mismo modo debería censurarse otras composiciones del género llamado urbano, en que se invita a la juventud a consumir drogas; y otras, cargadas de obscenidades.