Tiene mucho sentido la propuesta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de libertar a los presos encarcelados por delitos menores.
Esa decisión, que se supone no sería automática sino que pasaría por algún protocolo, ayudaría a descongestionar y mejorar el sistema penitenciario.
La capacidad de los 46 centros penitenciarios que tiene el país es para 12 mil reclusos, pero de acuerdo con la CNDH el número sobrepasa los 28 mil presos, en su mayoría preventivos.
El presidente de la entidad, Manuel María Mercedes, citó el caso de La Victoria, donde de 8,350 reclusos el 70% (5,618) son preventivos.
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A esa situación se agrega el hacinamiento, las deplorables condiciones higiénicas y los abusos de que por lo regular son víctimas los reclusos. Mercedes afirmó que el 40% de los presos está detenido por delitos menores, lo que se ha repetido hasta la saciedad, pero sin que nada se haga.
Ni hablar de que por las condiciones las prisiones son, en verdad, “cementerios de hombres vivos”. La excarcelación de los presos preventivos que reúnan las condiciones sería un buen paso para mejorar el sistema.
