La ejecución el sábado de tres colombianos y un venezolano dentro de una vivienda y el asesinato de un ciudadano español el jueves que caminaba en una zona céntrica de Santiago, crímenes atribuidos a sicarios del narcotráfico, ponen los pelos de punta a una sociedad como la santiaguera, que ahora emerge con el temor de ser convertida en madriguera de narcos foráneos.
Los sudamericanos fueron maniatados y asesinados por desconocidos en una casa ubicada en Los Cerros de Gurabo III, sector de clase media alta, ejecución atribuida por la Policía a un posible ajuste de cuentas ordenado por algún cártel de droga.
Los extranjeros ejecutados se habían establecido en Santiago donde rentaron una residencia en un sector clase media alta, a pesar de que no se les conocía conexión con negocios lícitos, ni se sabía si residían amparados en residencia o permiso legal de la Dirección de Migración, lo que hace suponer que otros forasteros se asentarían en la Ciudad Corazón con el propósito de realizar acciones contrarias a la ley.
El español Pablo Fanjul García, asesinado por pistoleros cuando paseaba a su perro cerca del parque E. León Jimenes, fue deportado en el 2004, tras ser apresado por asuntos relacionados con narcotráfico, pero se ignora cómo pudo retornar a República Dominicana y establecerse en Santiago donde llevaba una vida normal.
No es común que en menos de 48 horas grupos de sicarios asesinen a cinco migrantes en acciones que las autoridades atribuyen a sicarios del narcotráfico, por lo que hay motivos más que suficientes para que la sociedad de Santiago se sienta conmocionada ante la posibilidad de que en su seno se guarezcan delincuentes foráneos.
Los colombianos y el venezolano que rentaron la residencia de lujo en una zona exclusiva de Santiago, fueron maniatados y luego asesinados por gente que aparentemente conocían, pues la ejecución fue perpetrada en un residencial sin temor de los sicarios a ser detenidos. Y al español lo acribillaron en plena vía pública sin robarle ninguna pertenencia.
Santiago es una comunidad progresista y pacífica que nunca se ha promovido como paraíso del narcotráfico por lo que se requiere que las autoridades limpien su entorno de antisociales venidos del exterior con el propósito criminal de exportar y vender drogas en el mercado interno o para asesinar por encargo.
El Ministerio Público y la Policía enfrentan un reto trascendente de esclarecer esas ejecuciones y de desalojar a Santiago de bandas de narcos extranjeros y nativos que operan como si la Ciudad Corazón fuera una zona franca de drogas, ejecuciones y lavado de dinero.
