No solo las feministas y las mujeres organizadas e independientes que trabajan por la igualdad de las personas con un enfoque de derechos humanos, son las únicas sorprendidas de que, a más de veinte años de este tercer milenio, quienes manejan el poder oficial y los poderes de facto, no se enteren que lo personal, es político.
Parece imposible que, las nuevas generaciones de militancias políticas y el poder ejercido en la práctica les sea tan difícil desentrañar la lógica de los lazos – opresivos, injusto, ilegales, antidemocráticos y perversos – de nuestra cultura frente a las mujeres y las niñas, y mantengan la tendencia de una sociedad que llama la filósofa feminista española, Alicia Puleo, cercana al “Patriarcado del Consentimiento”.
Cuando Kate Millet estableció que, “lo personal es político”, y Puleo nos lo recuerda, las feministas, trabajaron profusamente el tema de la Violencia Contra la Mujer. Como el estudio sociológico e histórico que realizara Susan Brownmiller, periodista y escritora estadounidense, por los años 30, acerca de la violación sexual como un acto de control patriarcal, no como un acto aislado de un individuo “enfermo”.
Y la filósofa y ensayista española, Celia Amorós, explicaba en la primera década de los años 2000, el tráfico de mujeres incrementado a partir de la globalización; las cifras de asesinatos de mujeres, íntimos o no, subiendo de manera alarmante en todas las clases sociales y países del mundo, concretizado en escenarios truculentos, en “un derroche, dice, de cálculo simbólico” donde cada detalle es planificado por la cultura. También las violaciones sexuales, que apenas se cuentan y ni resuelven, son un botín de guerra y de la vida urbana.
A las feministas, dice Amorós, “nos ha tocado habilitar conceptualizaciones precisas para darle nombre a fenómenos incomprensiblemente considerados dispersos y heterogéneos. Nos ha tocado “ver y hacer ver”, visibilizar, en fin y “crear” un nuevo sujeto de estudios, que la mujer, porque toda la cultura patriarcal, resistente e ilógica, la había ignorado”.
Como la mortalidad de mujeres jóvenes y niñas por abortos ilegales e inseguros, que sigue promoviendo la sociedad reaccionaria frente a las tres causales, no es una sentencia personal, es política. Si la política es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus, es personal, porque atañe a cada persona en particular.
Por lo tanto, lo personal es político, por lo que cada mujer tiene que descolonizarse y reconstruirse para ser y poder moverse hacia adelante.
Por: Susi Pola
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