Elvis Valoy
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Es una perogrullada el aforismo que dice que “Todo cambia, lo único que no cambia es que todo cambia”, y la crisis del COVID-19 es una muestra de esto, pues el patógeno prácticamente ha transmutado al planeta.
Innumerables obras de diferentes géneros presagiaron este estadio de desarrollo de la humanidad, estableciendo el dominio que tendría el mundo virtual sobre el real, y a simple vista se nota que esa sentencia se cumple en estos tiempos; simplemente basta ver la película futurista Ready Player One del director Steven Spielberg, filme que nos presenta el año 2045, época en que habrá una devoción de la gente por las apariencias, desdeñando lo verdadero.
El coronavirus aceleró ese proceso dialéctico en el cual la interacción de las personas se está realizando a través de propiedades simuladas. La evolución ha ocurrido de manera tan radical que las herramientas informáticas que tienen que ver con la comunicación de la gente se han convertido en productos de primera necesidad.
Zoom es un ejemplo de lo anteriormente expuesto, y esta aplicación que hace unos meses atrás era utilizada por limitados grupos, hoy es tan popular como Whatsapp, Facebook, Skype, Instagram, etc.
La enseñanza presencial y semipresencial ha pasado indefectiblemente a ser virtual, y aplicaciones como Google Jamboard, Youtube Kids, Refme, etc., han devenido en instrumentos obligatorios del acompañante.