Decenas de no videntes o con otros impedimentos físicos aprenden cómo bordear obstáculos en ejercicios que realizan en un tramo de acera de la avenida V Centenario repleta de hoyos y basura y usada como estacionamiento de vehículos, un impresionante adiestramiento para evitar accidentes al caminar por una ciudad agresiva y excluyente de los discapacitados.
Erasmo Mañón, instructor de la Fundación Dominicana de Ciegos, tiene a su cargo tan loable labor que consiste en adiestrar al impedido físico para que evite con su bastón colisionar en zonas peatonales con troncos de árboles, chatarras, automóviles, guaguas, camiones, zanjas, desperdicios y mil dificultades más.
La zona usada en tan novedosos ejercicios recrea la mayoría de las aéreas y zonas verdes del Gran Santo Domingo repletas de desechos, huecos o ilegalmente usufrutuadas por particulares que improvisan todo tipo de negocios, incluidos talleres, garajes, mercados y fondas.
Tan plausible es que una entidad se ocupe de entrenar a discapacitados sobre cómo evadir tantos peligros, como censurable es que las autoridades no garanticen el libre paso peatonal mediante cotidianos operativos de retiro de desechos sólidos, cubierta de hoyos y desalojo de negocios ilegales en esos espacios.
No se vierta toda la culpa por tan reprochable situación a los ayuntamientos, pues es evidente que la mayoría de la población irrespeta elementales normas de higiene y civilidad al lanzar sobre la vía pública todo tipo de desperdicio, incluido trastos viejos, podas de árboles, como si calles y aceras fueran vertederos particulares.
En barrios y sectores residenciales se acostumbra a acumular basura en envases inapropiados o sacarla a la calle después que el camión recolector ha pasado, sin tomar en cuenta que ese servicio se realiza dentro de un calendario relativamente fijo, por lo que la mayoría de las veces la acumulación de desperdicios en las vías públicas es atribuida a negligencia de vecinos.
Además de entrenar a no videntes a caminar en medio de basura y escombros, es necesario que se eduque a la ciudadanía en urbanidad, higiene y respeto a la ley, única forma de garantizar limpieza en los espacios colectivos hoy convertidos en cloacas o zonas de mercados.
Los ciudadanos irresponsables que ensucian la ciudad, roban tapas del alcantarillado, ocupan ilegalmente aceras y calles, carecen de autoridad moral ni cívica para criticar negligencia o insuficiencia de los ayuntamientos en el cumplimiento de los programas de sanidad y aseo, porque para poder reclamar derecho es menester cumplir obligaciones. Para que la ciudad esté limpia se requiere de ciudadanos higiénicos.
