“Dejadme ser vil y rastrero, pero permitid que bese el sudario que envuelve a mi Dios. Pues, aunque siga al demonio, sigo siendo Vuestro hijo, oh Señor, y Os amo y siento esa dicha sin la que el mundo no puede existir.” Esa frase de la emotiva obra de Fiodor Dostoievski sirve de preludio a la exquisita novela histórica titulada Los Borgia.
Recién acabo de digerir esa tremenda pieza de arte que –con tanto cariño y atención- me obsequió mi admirado y querido hermano Julio Alberto Martínez. En dicha obra literaria se narra -con precisión histórica- la vida de Rodrigo Borgia mejor conocido como Alejandro VI, el Papa No. 214 de la iglesia desde 1492 hasta el 1503, fecha en que se produjo el descubrimiento de las Américas.
Era una época de esplendor del arte y la cultura incentivada por un humanismo filosófico que desplazó la doctrina religiosa de la Edad Media y abrió paso a las puertas del conocimiento.
Pero con esta apertura se exudaron los males terribles de la corrupción. En la iglesia el papado se había convertido en la principal ambición política, al punto de que las familias incentivaban el estudio sacerdotal de sus primogénitos con el propósito de lograr ser ordenados cardenales, como si de cualquier partido se tratase. Recordemos que el Vaticano y el vicario de Cristo eran quienes legitimaban y coronaban a los reyes de tradición católica, por tanto al Papa se le consideraba el Rey de Reyes.
No es excesivo pensar que las cosas se han agravado mucho más desde aquel entonces. Hago la descripción porque al concluir la enriquecedora narración de la brillante pluma de Mario Puzzo –el mismo del Padrino- no pude evitar cuestionarme: ¿Quién sería el Rodrigo Borgia dominicano? El mismo que dividió y repartió las Américas entre España y Portugal. ¿Quién sería el Cesar Borgia, hijo de Rodrigo ordenado Cardenal? ¿Quién sería Lucrecia, hija adorada del Papa, ofrecida en matrimonio para lograr una gran alianza de poder? ¿Quiénes serian Duarte Brandao y Don Michelotto; sus hombres de confianza y testaferros? La realidad política dominicana luce haber heredado los imponentes genes de la familia Borgia.
Cualquiera que pueda nutrirse con esta obra y que haya leído “Sociología Política Dominicana” del Dr. Juan Isidro Jiménez Grullón, podrá concluir en que -al parecer-, algunos primos de la familia Borgia emigraron a La Hispaniola.