Semana

LOS HAITIANOS

LOS HAITIANOS

El problema inconcluso con nuestro vecino

 

 

 

El problema inconcluso con nuestro vecino Estado de Haití presenta las recurrencias de las enfermedades endémicas repetitivas, que van y vienen, como las olas y la actitud tornadiza de los seres humanos para con sus congéneres, y en el caso haitiano, se agrava porque nunca se asume una actitud de solución definitiva, sino coyuntural y superficial.

Cuando surge un problema, del sesgo que fuese, nunca se resuelve solo, asignando al tiempo su decisión, sino que amerita aplicarle los correctivos y las terapias eficaces para superarlo y no entender que el discurrir del tiempo podría resolverlo, al revés, lo agrava y profundiza.

Es un introito válido para tratar el sempiterno problema con nuestro vecino Estado de Haití, nuestro calamitoso y espinoso vecino, no “nuestros hermanos haitianos”, porque de hermanos solo tenemos con los haitianos el genoma humano, nada más, considerando que hermano no es, ni siquiera el consanguíneo, quien de manera pertinaz ipretenda en depender del otro, insistir en el ventajismo, el chantaje, y denunciar a otros supuestos maltratos y vejámenes, evadiendo tratar bis a bis el diferendo.

Es obligatorio para entender el latente problema inconcluso con nuestro vecino Estado de Hatí, explicar los orígenes históricos de manera sucinta, que inicia en septiembre de 1697 cuando España, metrópoli dueña de La Española, desguarnece la zona norte de la isla y España reconoce a Francia la tercera parte de La Española y por primera vez traza los límites de la isla, en lo que se conoce como el Tratado de Ryswick.

A Riswick sucedió Aranjuez el 3 de junio de 1777 que reitera los límites fronterizos de La Española y cede a Francia la porción este o Saint Domingue, al que sigue el Tratado de Basilea del 22 de julio de 1795 por el que España cede a Francia la parte este de La Española, firmado por el marqués de Osún y el conde de Floridablanca.

Basilea fue el argumento legal que adujo Toussaint Loverture para ocupar la parte este de La Española en 1801, y es la cosmovisión que ha sido trasegada a las generaciones haitianas desde entonces, como tesis de que “la isla Española es una e indivisible”, con Haití como rector único.

El dominio de toda La Española por el Estado de Haití que inició en 1822 y se prolongó por 22 años hasta el 27 de febrero de 1844, es parte fundamental de esa prédica y ese desideratum interpretativo, calamitoso, peligroso, y en que solo dos gobernantes, el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y Joaquín Balaguer, trataron con resolución frontal, en que el Estado de Haití aspira de manera irrenunciable el proyecto integrador, la fusión en un solo Estado, igual que el Partido Likud del Estado de Israel pretende consolidar un solo Estado en toda Palestina.

En ese propósito manifiesto, considerando que el Estado haitiano no dispone de los medios militares ni el apoyo expreso de los Estados Unidos como es el caso del Estado de Israel, la estrategia se decanta por la invasión pacífica, sostenida, creciente, silente, sofocante, peligrosa, socavadota de la soberanía dominicana, estimándose en más de un millón los nacionales haitianos sin documentación en su país residiendo en el nuestro, adrede, como parte de la estrategia de fusión.

Responsables de la peligrosa erosión de la soberanía dominicana no solo son gobernantes post-Trujillo, con la excepción del presidente Balaguer que se opuso al Plan Exodo para asentar campamentos de haitianos ilegales, sino los empresarios de todos los sectores productivos, osadía que le costó el presidente haitianófilo Hill Clinton maniobrara para reducirle dos años su mandato.

Conforme a un estudio económico de Germania Montás insertado en Hoy del día 3 del presente mes de marzo, las exportaciones a Haití en 2014 significaron US$1,047.685.98 millones, solo superadas hacia Estados Unidos por US$3,641.047.39, y ahí está el centro del permisivismo de aceptar a más de un millón de haitianos ilegales.

La ley 285-04 que delinea la política migratoria del Estado dominicano promulgada por el presidente Hipólito Mejía, su sucesor, el presidente Leonel Fernández, demoró ocho años en promulgar el reglamento para hacerla operativa, y en ese ínterin, el país se saturó de haitianos ilegales.

La ley 168-13 refuerza la 285-04, pero el presidente Danilo Medina promulgó la 169-14 que revierte sensiblemente las normativas de las dos anteriores.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación