Opinión

Los mitos (I)

Los mitos (I)

POR: Chiqui Vicioso
luisavicioso21@gmail.com

 

 

Recuerdo que una vez me acerqué al maestro Oviedo a invitarlo a una obra de teatro de mi autoría y un conocido “promotor” de las artes, me dijo con lascivia que estaba “sorprendido”… ¿Sorprendido de que? Si usted no me conoce, le repliqué a este horroroso ser que proyectaba en mi sus fantasías, o sus desinformaciones.

Recuerdo también en Casa de las Américas, cuando un personajillo larguirucho y seco se me acercó con una joven y le dijo “esta es la viciosa más grande que hay”. No tomo ni Coca Cola, le repliqué y entendió que había metido las cuatro patas. Era otro que proyectaba en mi sus fantasías, o retorcimientos, esta vez a partir de mi apellido, el cual me ha hecho sujeto de múltiples chistes y malentendidos.

En otra ocasión, familiar, vi a hombres jóvenes, exitosos y atractivos intentando evitar por todos los medios que sus también exitosas y bellas mujeres sostuvieran una extensa conversación conmigo. Pude haber reaccionado como hay que reaccionar frente al irrespeto, pero lo que hice fue mirarlos con compasión. ¡Dios mío, pensé, como pueden ser tan inseguros bajo esa fachada de autosuficiencia del hombre burgués, en todas partes!.

Creo poder decir , sin equivocarme, que ninguna mujer desata las especulaciones y fantasías eróticas de todo tipo en la población como las artistas. Mientras es difícil encontrar datos biográficos de los grandes escritores que tengan que ver con sus amores, públicos o clandestinos, sus prácticas sexuales, o sus preferencias afectivas, las biografías de las mujeres están plagadas de ese tipo de inuendo, con los cuales pseudobiógrafos intentan explicar su obra literaria, estableciendo de facto una conexión entre sus textos y sus vidas, como si la obra fuese una fotografía de la intimidad de sus autores.

En este centenario de Julia de Burgos, siguen abundando los mitos sobre esta mujer que murió estando casada, desde hacía una década con Armando Marin, músico y contable, compatriota suyo, dos semanas después de salir de un hospital y como resultado de la experimentación científica a la que se sometió para la cura de la cirrosis hepática, no de un trágico amor que la llevó a dar tumbos de basurero en basurero “derrotada por el alcohol” y el trágico desamor de un dominicano.

Escandalizados porque conoció y siguió a un hombre que la deslumbró con su intelecto, pocos recuerdan que al encontrarse con él ya Julia se había divorciado de su primer esposo Rubén Beauchamp, a quien conoció no en un bar, sino en las luchas nacionalistas. De ese amor y de lo que dice Julia de ese amor escribiré en un próximo artículo, para hacer justicia a Julia, pero sobretodo a Don Juan Isidro Jimenes Grullón.

El Nacional

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