POR PABLO CALVO
SAN PEDRO, Paraguay (De Ultima Hora).- «El clero temblaba secretamente de verlo sentado en el sillón arzobispal, porque lo sabían inflexible con la salacidad y la corrupción.
Sus dedos no dejaban el misal para barajar los naipes mugrientos del truco o del monte; sus labios no iban del borde del cáliz a los jarrones de aguardiente o de caña; su cuerpo no se desvestía de los ornamentos para desnudarse en la concupiscencia o la lujuria.
La castidad estaba incrustada en sus riñones como un hacha. Y como no podía tener hijos con su sangre de hombre, los parió con su sudor y su amor. Todos los pobres fueron sus hijos».
Fernando Armindo Lugo Méndez, nació en San Solano, Itapúa, en 1951. Se consagró a estudios teológicos, siendo ordenado sacerdote el 15 de mayo de 1977, llegando a la posición de obispo. Siempre estuvo vinculado a la Teología de la Liberación, renunció en 2005 a sus cargos eclesiásticos para iniciar su carrera política. Desde el pasado año ocupa la presidencia de su país.
El escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, autor del cuento El viejo señor obispo, murió hace cuatro años, justo cuando la realidad preparaba un plan para competir con su fabulosa imaginación.
Otro obispo, Fernando Lugo, iba a dejar los hábitos para saltar a la Presidencia de Paraguay. Y tan solo un año después, el hombre iba a quedar jaqueado por un pecado, el pecado de la carne.
Lugo enfrenta hoy demandas por paternidad, un tema que ocultó a la sociedad de su país y ha despertado una crisis política con final abierto.
Parientes lejanos.- El escritor y el presidente eran parientes lejanos, porque una abuela de Lugo pertenecía a la familia Roa de Caazapá. Pero pocos conocen ese vínculo, porque la abuela de Lugo nunca fue reconocida por su padre y transitó la vida con otro apellido.
En Paraguay, entre 1992 y 2002, 608 mil nacimientos no fueron registrados y 7 de cada 10 inscripciones fueron realizadas por madres sin marido.
Lugo ya reconoció a un hijo, el que tuvo con Viviana Carillo hace dos años. Ahora afronta una acusación por estupro, porque la relación comenzó cuando ella tenía 16 años, según la demanda.
Si fuera cierto, no sufrirá mayores consecuencias, porque el artículo 137 del Código Penal establece que «El hombre que persuadiere a una mujer de 14 a 16 años a realizar el coito extramatrimonial, será castigado con pena de una multa».
Benigna.- Luego apareció Benigna Leguizamón, una joven que hacía tareas de limpieza en el obispado de San Pedro, hoy desesperada por el futuro de su hijo de seis años, al que ve «igual a Lugo, pero sin barba» (ver Mi hijo…). Con palabras sencillas y corajudas, Benigna sacudió a Paraguay: «Lugo es un desgraciado, me pisoteó como a una cucaracha, pero sabe que tengo razón.
Señor presidente -dijo mirando a las cámaras de televisión, es hora de que recojas a tu hijo». No será fácil. A diferencia del primer caso, Lugo prefirió esperar que se hagan los estudios de ADN para constatar el parentesco. Ella avisa: «Vayan a San Pedro, donde pasó todo. Ahí está toda la verdad».
Travesía fantástica.- Para ir a San Pedro de Ycuamandyyú, 330 kilómetros al Norte de Asunción, hay que pasar por un pueblo que se llama Emboscada y otro que se llama Liberación.
Al costado de la ruta se ven promociones de corridas de toros y hormigueros gigantes de tierra colorada, habitados por millones de termitas. Los autos cargan nafta con el motor encendido y los diarios exhiben titulares impensados hace un mes: «Ya no dan permiso a las doñas para ir a misa», «Menos gente se confiesa», «Forman una comisión para atender a las mujeres de Lugo», «Aparece la tercera pichucha: ?Lugo es 10 en sexo'».
La tercera.- La tercera protagonista de esta novela es Damiana Hortensia Morán, divorciada luego de un matrimonio de 17 años. Quedó embarazada de Lugo, asegura, pese a que tenía puesto un DIU. Aún lo ama y lo considera «un fenómeno».
Damiana es militante del oficialismo y su aparición fue interpretada como un intento por atenuar el escándalo: «Van a aparecer seis niños, o sea, tres más que ahora, pero son temas que se resolverán en el plano privado. Lo importante es que esto no interrumpa el proyecto país», dice.
Tres, seis, 17 hasta ahora es el número más alto de hijos que se le atribuyen al jefe de Estado. «Se dijo eso en la campaña electoral, que tendría 17 hijos. En ese momento yo no le presté atención, ‘deja la sotana para eso’, pensé, pero ahora me preocupa», dice Graciela Díaz, concejala de San Pedro y presidenta de las Mujeres del Partido Colorado, que fue destronado por Lugo en 2008, luego de permanecer 61 años en el poder. Las palabras son vigiladas por el marido de la concejala y catequista durante el obispado de Lugo.
Con una sonrisa, el hombre sujeta a un dálmata y advierte: «Cuidado con el perro, come periodistas que vienen a buscar cosas raras».
¿La cuarta hija?
Verdes tiene los ojos una nena de cuatro años, que juega descalza en un patio de tierra, no muy lejos del obispado sampedrino. Es otra de las criaturas que se le adjudican al presidente. Su mamá, Raquel Torres, se gana la vida en España, como empleada doméstica.
La familia admite que entre Raquel y Lugo hubo una relación muy cercana, pero prefiere la cautela. «Tenemos los teléfonos pinchados. Raquel ya es mayor y ella sabrá qué dice sobre esta situación. No descarto que le hayan ofrecido denunciar a Lugo desde la oposición.
Acá hay influencia política detrás», sugiere su hermano, David. Su mamá está preocupada por la tranquilidad de la nena, pero se da tiempo para un chiste: «Soy Yolanda Méndez Caballero, casi pariente del presidente».
Habría otro secreto guardado. Hay más niños en la familia de Raquel. Y Lugo no fue el único sacerdote que conoció en su vida, comentó David, mientras su hilo de voz se desvanecía.
En la plaza del pueblo, 35 chicas ensayan como bastoneras, un carro tirado por un burro se cruza con las motos de los jóvenes que hacen cursos en el obispado y caminando pasa Cecilia Leguizamón Elizeche, tía de Benigna Leguizamón. «Ella está segura de lo que hace», explica.
La invitación a conocer la casa donde Benigna pasó su juventud es acompañada por unos bocaditos de chipa, que tiene forma de dona y se hace con maíz, almidón, queso y huevo.