Sobreviviente de la podredumbre de una sociedad consumida en los vicios de la droga, propiciada por un Estado imperialista en donde sus políticas son la de la doble moral sustentada en el lema de que ellos como imperio al fin, “no tienen amigos ni enemigos, sino intereses en el Mundo”, surge un joven brillante y excepcional llamado a convertirse en la afrenta ante el liderazgo mundial de ese Poderío Imperial, llamado los Estados Unidos de Norteamérica.
Oriundo de la República Dominicana, una isla bananera, por demás pobre y compartida con otrospobladores con una subcultura de origen africano, la haitiana, llega a la presidencia de su país, la República Dominicana en el año 1996, el d doctor Leonel Fernández Reyna.
Nunca pensaron los norteamericanos, que este joven formado en sus entrañas iba a volar tan alto, pero mucho menos que podía volar más alto que la misma Águila Imperial que le cobijó y le sirvió de nido.
Se recuerda, que en el primer viaje oficial hecho a los Estados unidos por Leonel Fernández Reyna, entonces presidente electo, este fue recibido y presentado como un orgullo norteamericano ante la diáspora latinoamericana, aludiendo de que con ejemplo como él era posible alcanzarse el “Sueño americano”.
Así, el mismo Presidente de los Estados Unidos, a la sazón, Bill Clinton, presentó a la sociedad norteamericana a este hijo suyo con admiración y regocijo, hasta el punto de decir “pronuncia el inglés mejor que yo”.
Coherente con su formación liberal y democrática, este hombre joven e inteligente, comprometido únicamente con sus ideales de libertad, lleno de ilusiones y quimeras de fuentes librescas y progresistas hace un gobierno auténticamente acorde con el neoliberalismo económico norteamericano, el cual sirvió para enajenar las empresas públicas a favor de las políticas económicas expansionistas del Águila Imperial.
Termina así su primer mandato presidencial, con la frente en alto y con la satisfacción del deber cumplido.
Cuatro años más adelante, este hombre joven todavía, con la experiencia de un estadista, más pragmático y alimentado de la crítica y sus propios yerros en su primer mandato, alejado más del neoliberalismo propiciado por el Águila Imperial y más cerca de su origen ideológico partidarista, desarrolla sus segundo y tercer mandatos apegado a la moral boschista y al latinoamericanismo de Simón Bolívar.
Es su formación moral y revolucionaria, la fuerza que lo impulsaría a enfrentar el narcotráfico que bestias salvajes llamadas hombres han querido introducir en la sociedad dominicana para dañar a nuestra juventud.
De ahí que, comprometido con los mejores intereses de la sociedad cancela a Quirino Ernesto Paulino Castillo del Ejército Nacional, lo hace preso, le confisca los bienes mal habidos y lo extradita a petición del Águila Imperial hacia los Estados Unidos quienes aseguran lo juzgarán bajo cargos de crimen federal.
Es guiado bajo la formación boschista que este pro-hombre llamado Leonel Fernández Reyna, desmantela el cartel de narcotraficantes más ignominioso que haya puesto en peligro la sanidad de la juventud dominicana, el del sátrapa llamado David Figueroa Agosto.
Quien misteriosamente aparece, sin resistencia ni preocupación alguna en territorio norteamericano, entregándose a cumplir 99 años de prisión, después de ser perseguido por el gobierno incorruptible del Maximilien Robespierre dominicano, el del doctor Leonel Fernández Reyna.
Insuflado de la moral antiimperialista de Juan Bosch y de Simón Bolívar, este hombre no se conformó con ser un ciudadano honesto y capaz, tolerante y democrático, inteligente y agudo, sino que emprendió la tarea de erigirse como el conciliador natural entre los conflictos de sus hermanos latinoamericanos, hijos todos del ideario bolivariano y seguidores de la moral boschista.
Es por eso que interviene en la crisis de Honduras entre Manuel Zelaya y Porfirio Lobo; es por eso que interviene en la crisis entre Colombia y Venezuela; es por eso que sirve de intermediador entre Cuba y los Estados Unidos para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre estas dos naciones con dignidad y respeto mutuo.
Es producto de su capacidad probada para conciliar y resolver conflictos que este hijo de Latinoamérica, formado en las entrañas del Águila Imperial, por intermedio de sus presidentes representantes han erigido a este ser humano en su insignia defensora.
Tanto así, que de 43 miembros de la OEA 28 estaban dispuestos a votar por quien él propusiera, para ocupar la secretario general en un momento dado. Se convirtió en la dignidad de los pueblos latinoamericanos y por ende en su líder regional.
De ahí que fue seleccionado en varias ocasiones vocero de los países latinoamericanos ante las Naciones Unidas.
Llegando a ser uno de los presidentes más admirado y popular no solo de América Latina, sino del Mundo. Todo lo hizo con dignidad y decoro.
Sus cualidades naturales hacia lo admirable de su inteligencia y pragmatismo no lo envilecieron sino todo lo contrario, lo llevaron a ser reconocido por las Naciones Unidas (centro de acopio desde donde el Águila Imperial planea todas sus actividades de control imperial), al denunciar en sus entrañas que las especulaciones de los grupos oligárquicos de la economía mundial, enquistados en Wall Street, eran los responsables de las subidas injustificadas de los precios del petróleo.
Así lo reiteró en la FAO con respecto a los precios mundiales de los alimentos, con ecuaciones matemáticos-financieras y razonamientos lógicos sociales de dimensiones globales.