El siete de octubre 2023, el grupo palestino Hamás que controla de facto la Franja de Gaza desde 2007, incurrió en una horrible y temeraria acción suicida terrorista, traspasando la frontera con el Estado de Israel en parapentes y por tierra, asesinando a 1,400 israelíes y capturando a 200 que llevó cautivos a Gaza, provocando una desproporcionada reacción al primer ministro Benjamín Netanyahu.

La explosiva y sangrienta acción de guerra de Hamás nadie en dominio de sus facultades equilibradas, sensatas y eminentemente humana, es capaz de justificar, porque los excesos de sangre y barbarie, serán siempre inaceptables, sin importar las motivaciones, propósitos y metas.

Empero, la acción de guerra sorpresiva de Hamás contra el Estado de Israel, aunque inadmisible, amerita y justifica una explicación, con los soportes históricos que han resultado el trágico guion en las nunca sosegadas, normales, civilizadas y humanas relaciones entre Unidas, que dividió el Mandato Británico de Palestina (1917-1947), en dos Estados, uno hebreo, otro palestino o árabe.

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Los palestinos, que eran en ese momento histórico crucial mayoría en Palestina, apenas con presencia hebrea, rechazaron la resolución 181, que bautizaron con el apóstrofe de NABKA, desgracia, consecuencias resultantes de cinco guerras entre palestinos-árabes, y hebreos o judíos, 1948-1956-1967, 1971, 1993, libradas contra un equipo militar muy superior, apalancado sin fisuras, por todos los presidentes norteamericanos, desde Harry Truman, hasta hoy Joe Biden.

En su documentado y testimonial libro La limpieza étnica de Palestina, el historiador y catedrático hebreo Ian Pappé, describe los excesos y horrores desatados por Ben Gurión, el primer ministro del recién creado Estado de Israel, contra la mayoría árabe residente en Palestina y Judea.
En una deleznable Operación Limpieza Étnica en la aldea de Tantura, 22 de mayo de 1948, soldados de la Haganá, asesinaron sin piedad a 233 palestinos, incendiando y destruyendo sus pequeñas residencias, conduciendo a la cercana playa a sus residentes, asesinándolos a punta de pistola. (Ian Pappé, ibd. Página 184).
Fue la diabólica técnica de Orde Wingate, enseñada a los iniciales colonos judíos en Palestina en los años 1930, como eliminar, arrasar y despojar a los árabes de sus ancestrales heredades, en la época en que los judíos vagaban por todas las latitudes del mundo, desde que Tito Vespasiano en el 630 e.C, desalojó toda presencia judía en Palestina.
Idéntico aconteció en la aldea Balad al Sahykh, seleccionada por la Haganá, y su brazo armado Palmaj, cuna del líder palestino Sahykh al Qassan, asesinado por los británicos durante el Mandato, en la misma década de 1930, cuyo nombre honra las Brigadas Al Qassan de la Franja de Gaza.
Ese abyecto método de exterminio y limpieza étnica contra la mayoría población árabe de Palestina, ha proseguido inalterable durante los 65 años de fundar el Estado de Israel, mientras la comunidad mundial, sobre todo los gobernantes norteamericanos, miserablemente callaron.
Y quien calla ante una injusticia y una barbarie, no solo otorga, sino que se hace cómplice.
En el barrio Wali Rushmiya de Haifa, la Haganá expulsaron a sus residentes y volaron con C4 sus casas, mientras los británicos miraron hacia otra parte.
El criminal de guerra Yossef Weitz, luego de esos genocidios, exclamó:
“Ninguna aldea o tribu debe ser perdonada”.
Fue el inicio del despojo y exterminio palestino en Judea, que no ha disminuido un ápice en el caudaloso aberrante odio étnico judío, y viceversa.
Un deleznable inconcluso maratón de odio, en vez de aminar, aborreciblemente crece, sin perdón ni de Yavé ni de Mahoma.
Es la escalada de vorágine que norma la espiral de odio sin fronteras entre dos hermanos de padre, en una abominable reyerta de cinco milenios, exacerbada al cenit a raíz de la partición de Palestina en dos Estados, conforme explican y reseñan las noticias, el cruento y lacerante episodio bélico en la Franja de Gaza.
El idéntico diseño luciferino del Tercer Reich con los hebreos durante la II Guerra Mundial con el ghetto de Varsovia, 1943, donde 400 mil judíos fueron encerrados en un área pequeña, deportando a los campos de exterminio a 263 mil, restando apenas 50 mil al final de aquel repulsivo aquelarre de condenable odio racial.
En esa misma abyecta escalada de odio, el Estado de Israel ha creado los ghuetos de la Franja de Gaza y Cisjordania, contra sus hermanos de padre palestinos.
Episodio inhumano, donde niños y padres israelíes, pero más palestinos, gimen por sus hijos o sus padres, exterminados en una estúpida y desgarrante confrontación, sin fin hasta proclamar el Estado Palestino.
Consecuencias de las irresponsabilidades imperdonables de todos los gobernantes norteamericanos luego de la proclamación del Estado de Israel, hasta hoy Joe Biden.
Demostrando todos carecer de valor para imponer la equidad y la paz, por inobservar todos los conocidos acuerdos descordados por el Estado de Israel.
¡Pobre Estado de Israel, que inicuamente apoyado por Estados Unidos, ha ganado todas las guerras contra sus hermanos palestinos, demostrando una despreciable incapacidad para ganar la paz y consensuar dos Estados en Palestina, sin lo cual seguirán las guerras, y no habrá paz jamás, con o sin Hamás!
Porque el Estado de Israel violó e irrespetó los mandamientos:
No robarás. No codiciarás los bienes ajenos. No matarás.
¡Condenable Estado de Israel, que matas, robas y codicias a tus hermanos de padre!