En La Cuaba, el rechazo no nace del capricho. Nace de la memoria. Por décadas en las que proyectos de recogida de residuos sólidos, mal concebidos, y peor ejecutados por alcaldes que no entendieron la gestión ambiental, dejaron a comunidades enteras cargando con pasivos ambientales y negativas consecuencias que nunca eligieron.
Por eso, cuando se menciona la idea de que algo similar podría repetirse, la reacción negativa es inmediata en la comunidad: defensa del territorio, del ambiente, de la salud, de la tranquilidad. Nadie tiene que explicarle a una comunidad por qué debe temerle a un basurero a cielo abierto.
Lo que sí merece explicación es por qué hay personas que le están pidiendo a la gente de La Cuaba que se movilice en contra de algo que no ha sido concebido como tal, ni diseñado como tal, ni aprobado como tal, ni se piensa ejecutar como tal, porque en las protestas se habla de cosas totalmente diferentes a las que han sido aprobadas dentro del marco legal.
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En ese punto, el debate deja de ser espontáneo y empieza a mostrar manipulación por parte de sectores empresariales reconocidos por malas prácticas ambientales, y que han encontrado en sus propias experiencias de agresión al medio ambiente una herramienta eficaz para azuzar a comunitarios preocupados por su medio ambiente.
Son sectores que conocen perfectamente la diferencia entre un vertedero a cielo abierto y una planta recicladora para valorización de residuos sólidos que será operada en espacio cerrado y techado, pero también saben que basta una palabra contaminada con sus propias experiencias de daños ambientales provocados por ellos en grandes ríos nacionales, para generar miedo y oposición comunitaria.
El lenguaje ha sido utilizado con mala intención, no busca informar, busca boicotear soluciones ambientales que han sido reclamadas por todo el país durante 30 años, porque en su condición de tradicionales agresores del medio ambiente, quieren provocar rechazo colectivo a cualquier solución ambiental, porque, por resentimientos personales, rechazan cualquier solución ambiental.
Para La Cuaba no se aprobó un vertedero como cualquiera de los casi 300 que hay en el país, sin ninguna gestión ambiental ni operacional. Lo que fue evaluado exhaustivamente, y autorizado, es una planta industrial recicladora de valorización de residuos sólidos, concebida como una industria moderna, techada, cerrada, operada con procesos definidos y controles ambientales, nunca comparable con los vertederos que el país conoce. Industria de residuos sólidos y vertedero son cosas diferentes.
Pedro A. Jiménez

