A principio de la década de los 90, Manuel Salvador Gautier comenzó a publicar novelas. Desde entonces a la fecha, ha publicado unas dieciséis obras de este género, la más reciente de las cuales es “Gregorio y su mundo perfecto”, 2016.
A continuación las obras narrativas publicadas por Gautier: 1-El atrevimiento. 2-Pormenores del exilio. 3-La convergencia. 4-Monte Adentro, 1993. 5-Toda la vida, 1995. 6-Serenata, 1999. 7-Balance de tres, 2002. 8-Historias para un buen día, 2003. 9-El asesino de las lluvias, 2006. 10-Un árbol para esconder mariposas, 2009. 11-Dimensionando a Dios, 2010. 12-La fascinación de la rosa, 2010. 13-Tres cosas te ofrezco, 2011. 14-El misterio de la corbata verde, 2012. 15-La mala maña, 2014. 16-Gregorio y su mundo perfecto, 2016.
Algunos novelistas y cuentistas persisten en el empeño de construir obras narrativas al margen de la realidad, esa misma realidad que viene a menudo repleta de hechos y situaciones mucho más novedosos y extraños que aquellos que pueda crear la imaginación.
Prescindir de la anécdota en la composición de la obra narrativa ha formado parte de una corriente que, a mi modo de ver, puede complacer a críticos y especialistas literarios, pero nunca a los lectores de cuentos y novelas, quienes buscan emociones en las historias y desean que éstas les cuenten algo que los toque interiormente.
En varias de las novelas de Gautier, los personajes han sido tomados de la realidad, pero observando y dimensionando aspectos que a los historiadores poco importan. Lo hace como un maestro en el arte de bucear en el alma humana y revelar interioridades de la misma, que debe ser propósito de todo hacedor de personajes.
La diferencia entre un historiador y un novelista podría cifrarse en que mientras el primero relata los hechos registrados y comprobados, el segundo elabora su obra a partir de hechos que han pasado, hechos que pasan y hechos que podrían pasar.
Gautier ha demostrado acendrada devoción hacia las historias que colocan en certera dimensión a las figuras heroicas, como Juan Pablo Duarte (Dimensionando a Dios) y Salomé Ureña (Serenata).
Es lo que ha hecho en sus novelas de tema histórico, para lo cual no copia la realidad, sino que la capta con visión de artista, hasta penetrar a estratos a los que la mirada del historiador no busca llegar.
A estos detalles argumentales, hemos de agregar el vivificante dramatismo con que se cuentan los hechos, con claro dominio de la técnica narrativa, y la presencia de un nivel de estilo propio de las grandes creaciones.
Gautier luce una prosa nítida, aderezada con salpiques de poesía, y esto, junto al manejo de los hechos y situaciones, que como en el caso de Serenata, le permite justificar su incursión en las intimidades de la familia Henríquez Ureña, para desmitificarla y mostrar sus grandezas y sus pequeñeces.
Bien se ha dicho que Gautier distingue entre el hecho y la fábula. Tan suficiente es su manejo de la técnica narrativa que no solo hace fina mixtura de los hechos reales con la ficción, sino que puede crear tramas, personajes y situaciones a partir de la silueta de sujetos reales, aunque éstos no aparezcan en primer plano.
Mi apreciación sobre la obra de Manuel Salvador Gautier y su aporte a la narrativa dominicana quizá resulte insuficiente para bien valorarla. Sin duda que su obra lo ubica entre los grandes escritores dominicanos de todos los tiempos. Es un novelista de oficio, tanto que Juan José Ayuso, poeta y ensayista, opina que a “lo mejor no es el mejor, pero profesional, y bueno, es el único”.