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Medio Ambiente crítico y deforestación grave

Medio Ambiente crítico y deforestación grave

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Los recursos forestales, el área cada vez más reducida de bosques, es sometida desde hace décadas a una fuerte como alarmante destrucción, pero nunca como en los insensibles gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, que rivalizan en barbarie a la consentida por el dictador Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961).
El generalísimo Trujillo concedió explotaciones de pinos en la cordillera Central, que es la única de las dos cordilleras donde prospera el Pinus Occidentalis sw, porque la septentrional es de latifoliada, a varios paniaguados suyos, José Delio Guzmán y Alfonso Mera en Jarabacoa y Constanza; Miguel Ángel Santelises (Pilo), y Enrique Espaillat en San José de las Matas; Luperón Flores en Hondo Valle y Antonio de la Maza Vásquez en Restauración.
Todos arrasaron y se lucraron con los pinares en tierras del Estado y peor aún, nunca reforestaron un área ni sembraron un solo pino de los millones que tumbaron, vendieron y se enriquecieron, y esa cultura cavernícola ante la indefensión de nuestros pinares prosigue hoy, sin que los gobiernos que sucedieron al déspota instauren una política de resarcimiento a quienes aprovechan los pinares, principalmente, para propósitos de lucro personal, con peor referencia los del PLD.
Esa cadencia depredadora en detrimento de nuestros pinares es relatada con todos sus trágicos pormenores por el historiador Frank Moya Pons en su obra Historia y Medio Ambiente en Santo Domingo.
En 1926 los doctores Miguel Canela Lázaro y Juan Bautista Pérez Rancier redactaron un informe de sus exploraciones a la cordillera Central al presidente Horacio Vásquez, que en 1972 la Academia Dominicana de la Historia editó en un libro que intituló Geografía y Sociedad, donde esos dos ilustres dominicanos olvidados pormenorizan en relación a los alarmantes desmontes de pinares en la cordillera Central próximos a las cabezadas de agua que estructuran la principal red hídrica de toda la isla Hispaniola, área bautizada como Madre de las Aguas, porque ahí nacen los ríos Yaque del Norte y Sur, Nizao, Yuna, Masipedro y otros de menor caudal, Amina, Bao, Guayubín, Mao.
Los desmontes más dramáticos y persistentes se perpetraron en la Era de Trujillo, conforme a descripción antecedente, considerándose que a principios del siglo XX, la superficie boscosa del país era de 40 mil kilómetros cuadrados de un total de 48,442, o un 83% del territorio nacional. El dictador creó la Compañía Industrial Maderera, que se nutría de pinos que nunca se reponían.
En las primeras décadas del siglo XX se perdieron entre un 10% y un 15% de cobertura boscosa, correspondiente al sistemático saqueo sin restaurar las áreas depredadas por los personeros trujillistas señalados.
En 1967 el presidente Joaquín Balaguer dispuso clausurar todos los aserraderos, sinfines y cortes de madera de cualquier clase, sobre todo de pinares, pero esa medida aparentemente heroica, no fue secundada con un programa integral de reforestación, ni bajar a los campesinos conuqueros nómadas de las sierras a asentamientos agrarios en los llanos, conforme recomendaciones de la Organización de Estados Americanos, solicitada por el gobernante, y que realizó el ingeniero forestal peruano Humberto Tasaico, que el autor de este trabajo conoció, y los dasónomos Guillermo Basilis y José Isaías González podrían no desmentirme.

El Nacional

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