Opinión

¿Murió Melendito?

¿Murió Melendito?

A José Manuel Meléndez, puertoplateño, técnico de dragado de puertos, militante comunista toda la vida, muchos/as le decían Melendito y algunos, pertenecientes al círculo de sus amistades intimas en el PCD, con los Sánchez Córdoba a la cabeza, lo apodamos PO-PO.

En estos días, cuando fui a visitarlo -como lo hacía frecuentemente- me comunicaron que había muerto, y que por su determinación había sido trasladado de su casa al cementerio con absoluta discreción: para “que nadie vaya a tomar café, a chismerar o hacer chiste al lado de mi ataúd”, y “tampoco quiero discurso”, le decía a sus seres queridos cuando hablaba de la proximidad de la hora cero.

¿Pero será verdad que murió Melendito? ¿Se nos fue PO-PO?
Soy de lo que creo que “no ha muerto na”. Se queda para siempre en nuestros corazones: con su picardía, talento y firmeza; con sus sabias percepciones y consejos, con su persistente voz de alerta frente al enemigo; con su preciada historia, propia de los/as que no mueren…

Estalló abril del 65… y Melendito, que tenía vínculos con el PSP, dejó su buen empleo y salió de Miami tras las huellas de las tropas gringas para incorporarse al Comando San Lázaro: para abrazarse a su pueblo insurrecto, hacer Guerra Patria y forjar militancia comunista-caamañista hasta siempre.

En el Puerto de Barbados le tocó ser testigo presencial de la cruel explosión del avión de CUBANA y ser el primero en ir al rescate de sus restos, lo que nos posibilitó ofrecer valiosas informaciones a la dirección revolucionaria cubana. No olviden que esa acción terrorista, dirigida por Posadas Carriles, se planeó en Bonao, con protección de una transnacional.
Melendito, en otra iniciativa internacionalista, ayudó a los sandinistas en el desminado de los puertos del Atlántico, escenario del terror de la CÍA.

Jugó, además, un papel clave durante la primera visita de Fidel al país, cuando descubrimos y contribuimos a contrarrestar un complot para asesinarlo.

Dedicó también enormes esfuerzos para detectar redes contrarrevolucionarias internas y externas, grupos militares fascistoides y planes criminales contra el partido y el movimiento revolucionario.

Estudioso, perspicaz, solidario… no se le escapaba ni un suspiro de los opresores. Jamás concilió con el capital y el imperio. Despreció a sus subordinados morados, blancos y coloraos, fueran tontos o zorros, burdos o sagaces. Su olfato de clase tenía una agudeza singular.

Melendito no ha muerto. Sencillamente hay que rescatarlo de su fructífera clandestinidad y discreción. Inicio hoy esta tarea.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación