Un día como hoy, 31 de marzo de 1914, nace Octavio Irineo Paz Lozano, poeta, ensayista y diplomático mexicano, premio nobel de literatura en 1990. Se le considera uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos.
Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914, durante la Revolución mexicana. Apenas unos meses después, al unirse su padre al movimiento zapatista junto con Antonio Díaz Soto y Gama, su madre lo llevó a vivir a la casa del abuelo paterno, Ireneo Paz, en Mixcoac, entonces un poblado cercano a la Ciudad de México. Ahí radicaron hasta que Octavio Paz Solórzano tuvo que asilarse en Los Ángeles con la representación de Emiliano Zapata ante los Estados Unidos, cargo que mantuvo hasta 1919, año del asesinato de Zapata.
En ese tiempo lo cuidaron su madre Josefina Lozano, su tía Amalia Paz Solórzano y su abuelo paterno, Ireneo Paz (1836-1924), un soldado retirado de las fuerzas de Porfirio Díaz, intelectual liberal y novelista. Su padre, Octavio Paz Solórzano (1883-1935), el menor de siete hermanos, trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata; estuvo involucrado en la reforma agraria que siguió a la Revolución, fue diputado y colaboró activamente en el movimiento vasconcelista. Todas estas actividades provocaron que el padre se ausentara de casa durante largos periodos.
Deslumbrado, literalmente, por la lectura de The Waste Land de T. S. Eliot, traducido por Enrique Munguía como El páramo, y publicado en la revista Contemporáneos en 1930. Por eso, aunque mantuviese en sus actividades un prioritario interés en la poesía, atendía desde la prosa un panorama inevitable: «Literalmente, esta práctica dual fue para mí un juego de reflejos entre poesía y prosa».
Preocupado por confirmarse la existencia de vínculos entre la moral y la poesía, escribió en 1931, a los dieciséis años, el que sería su primer artículo publicado, «Ética del artista», donde, antes de plantearse la pregunta sobre el deber del artista entre lo que denomina arte de tesis o arte puro, descalifica al segundo en razón de la enseñanza de la tradición. Asimilando un lenguaje que recuerda al estilo religioso y, paradójicamente, marxista, encuentra el verdadero valor del arte en su intención, en su sentido, por lo que, los seguidores del arte puro, al carecer de él, se encuentran en una posición aislada y favorecen la idea kantiana del «hombre que pierde toda relación con el mundo».
La revista Barandal apareció en agosto de 1931, dirigida por Rafael López Malo, Salvador Toscano, Arnulfo Martínez Lavalle y Octavio Paz, jóvenes antecedidos, excepto por Salvador Toscano, por cierta celebridad literaria debida a sus padres. Rafael López participó en la revista «Moderna» y, al igual que Miguel D. Martínez Rendón, en el movimiento de los agoristas, aunque era más comentado y conocido por los estudiantes preparatorianos, sobre todo por su poema «La bestia de oro«. A Octavio Paz Solórzano se le conocía en este círculo como el autor ocasional de narraciones literarias aparecidas en el suplemento dominical del periódico El Universal, además de que Ireneo Paz era el nombre que le daba ya identidad a una calle de Mixcoac.
En medio de encuentros, verdaderas confrontaciones, entre representantes de la generación del Ateneo y de los Siete Sabios, sobre las ruinas de un positivismo sobreviviente en crónicas periodísticas, donde se debatían las posibilidades del materialismo histórico, el realismo socialista crecía como la única doctrina viable, a la que debían apegarse todos, o casi todos, los que simpatizaran con las promesas del comunismo. Octavio Paz, cercano a estas ideas, fundó, después de la desaparición de la revista Barandal, y ya estando inscrito en la Escuela de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), unos Cuadernos del Valle de México que sólo lograrían aparecer por dos números, pero que sirvió para, además de publicar algunos poemas, constatar que el grupo original no tendría la solidez para la continuación de una empresa en común.
En 1933, Octavio Paz publicó el poemario Luna Silvestre, editado por Miguel N. Lira, que revelaba ya cierta asimilación de temas románticos; como expresa Carlos H. Magis, «los poemas de Luna Silvestre tocan aspectos del espíritu romántico vigentes aún en la poesía moderna: el desprendimiento de la realidad puramente sensible, el misterio de la poesía, la verdad del sueño».
Los siete poemas de Luna silvestre no tendrían cabida en la revisión que Paz hiciera posteriormente de su obra, pero revelan a pesar de ello un rigor en la palabra mecida en la sensualidad de sí misma, seducida por la presencia inasible de la mujer, de la naturaleza. El deseo y la pasión andan por los poemas como desprendidos del silencio y de la memoria, se recrean y se recuerdan, se fijan y se desvanecen en el pronunciamiento.
En este momento, prendido a una escritura de tipo intimista, Paz tendrá oportunidad de mostrar sus poemas a Rafael Alberti, quien le señalará una contradicción entre su ideal revolucionario de la poesía y de la política. Llegado a México en 1934, Rafael Alberti representaba la encarnación del poeta de los nuevos tiempos, el advenimiento de un lenguaje socialista congruente con la poesía: su presencia fue un acontecimiento que fascinó sobre todo a los más jóvenes, teniendo en ellos a sus mejores lectores. «Abanderado con el poema La toma del poder de Louis Aragón», según recuerda Efraín Huerta, Alberti venía como afiliado del Partido Comunista Español para dictar una serie de conferencias, después de las cuales se reunía con los jóvenes poetas, entre ellos Octavio Paz, quien recuerda que «Una noche, todos los que lo rodeábamos le leímos nuestros poemas… Todos éramos de izquierda pero ya desde entonces sentía cierta desconfianza ante la poesía política y la literatura que después se llamó ‘comprometida’. En aquella época, en 1934, Alberti escribía una poesía política –es la época de Consignas–, aquel librito en el que había afirmado que la poesía debía estar al servicio del partido comunista, una posición muy semejante a la de Louis Aragón en Francia. Y cuando yo le enseñé mis poemas a Alberti, él me dijo: ‘Bueno, esto no es poesía social’ (al contrario, era una poesía intimista –una palabra horrible ésta, intimista, pero eso era: intimista–), ‘no es una poesía revolucionaria en el sentido político’, dijo Alberti, ‘pero Octavio es el único poeta revolucionario entre todos ustedes, porque es el único en el cual hay una tentativa por transformar el lenguaje’».
La confrontación con la fatalidad provoca rebeldías: Octavio Paz, recogido en sí mismo, se enfrenta a sí mismo. La calidad de sus expresiones románticas empieza a cobrar verdadero sentido y empieza a realizar una lectura más atenta de San Juan de la Cruz, de Novalis, de Rilke y de D. H. Lawrence, en quienes encuentra el mismo interés por tender puentes entre la vida y la poesía, entre la realidad y el mito: develamiento de aquel punto de intersección que llamará «comunión». La redacción del diario íntimo que comenzará a expresar, sólo conocerá la publicación hasta cuatro años después, en 1938, bajo el título de Vigilias: diario de un soñador, en la revista Taller, cuando hayan sucedido dos hechos trascendentales en su vida, su estancia en Yucatán y la Guerra Civil Española.
A fines de 1936, Octavio Paz escribiría la primera versión del libro de poemas Raíz del Hombre, que fue publicada en enero del siguiente año. El libro fue saludado por dos reseñas: una, crítica y aguda, de Jorge Cuesta, la otra, despiadada e intranquila, de Bernardo Ortíz de Montellano; ambas, publicadas en el número dos de la revista Letras de México, reflejan la visión de un grupo forjado en los ataques y la incomprensión.
El 19 de abril de 1998 Octavio Paz murió en la Casa de Alvarado, Calle de Francisco Sosa, barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México. El escritor había sido trasladado por la presidencia de la República en enero de 1997, ya enfermo, luego de que un incendio destruyó su departamento y parte de su biblioteca en diciembre de 1996. Durante un tiempo, la Casa Alvarado fue sede de la Fundación Octavio Paz y ahora lo es de la Fonoteca Nacional.
FUENTE: https://es.wikipedia.org/wiki/Octavio_Paz