La campaña electoral ha cobrado otra víctima fatal en la persona de Epifanio Grullón, de 42 años, quien fue muerto a balazos durante un enfrentamiento entre militantes de los partidos Revolucionario (PRD) y Reformista Social Cristiano (PRSC), en Gaspar Hernández.
Es intrascendente que el fallecido haya sido simpatizante de cualquier bandería política, porque la tragedia estriba en la pérdida de otra vida humana a causa de una espiral de violencia física y verbal que el liderazgo político está compelido a desalentar.
A menos de tres semanas para que concluya el periodo de promoción de las candidaturas y se permita a los ciudadanos ingresar en el necesario periodo de reflexión antes de ejercer el derecho al voto, se requiere literalmente verter baldes de agua fría sobre todas las cabezas que muestren calentura a los fines de evitar un desbordamiento del fanatismo político.
Es inconcebible que al encontrarse caravanas o marchas de partidos adversos se produzca un enfrentamiento a tiros, pedradas y garrotazos con saldo de un muerto y siete heridos, como ocurrió el lunes en Gaspar Hernández, donde hace apenas semanas falleció otra persona en otro pleito entre militantes políticos.
No es justo que una población sometida a tan larga, insulsa y áspera campaña electoral se le condene también a aportar elevada cuota de muertos y heridos en actos de irracionalidad que tienen su origen en el discurso incisivo y ofensivo que se derrama desde las élites políticas.
Pronto se olvidará el nombre del militante reformista herido de muerte durante la refriega proselitista del lunes, como ya se olvidó el de otro activista perredeísta muerto en otro pleito en el mismo municipio, lo que indica que esas tragedias se quedan como frías estadísticas que se cubren con manto de impunidad y olvido.
La Policía Electoral debe incrementar su labor preventiva y reclamar la colaboración de los partidos políticos para evitar que actos partidarios coincidan en un mismo lugar y puedan degenerar en violencia con saldos de muertos y heridos.
El reclamo mayor va dirigido a candidatos y partidos para que ayuden a despejar nubarrones y asuman con responsabilidad su deber de crear las condiciones para que la ciudadanía escoja libremente sin ningún asomo de violencia ni de intolerancia a quienes dirigirán los destinos de la nación a partir del 16 de agosto.

