Una población que lleva más de un año convulsionada por una pandemia con grave afectación sobre la economía y el empleo, no merece que Gobierno y oposición se enfrasquen desde ahora en un pugilato de manufactura electoral como si las elecciones presidenciales fueran mañana y no en 2024.
Altos funcionarios y dirigentes opositores parecen acomodarse a un tempranero dimes y diretes sobre cuál de los litorales lo ha hecho mejor o peor, sobre cuál franquicia o líder político estaría en mejores condiciones para acceder al poder.
Hace poco se escuchó a un expresidente advertir sobre días sombríos para la economía a causa del endeudamiento externo, al tiempo de señalar que solo él y su partido podrían resolver el problema.
Otro exmandatario dijo que su organización, recién salida del gobierno, está renovada, fortalecida y lista para dar la batalla y asumir el poder nueva vez en 2024, lo que se interpreta como el clarín para el inicio de una campaña electoral.
Desde el Gobierno, que apenas cumple siete meses, no pocos funcionarios están más atentos a responder pronunciamientos políticos proselitistas provenientes de la oposición que atender propios cartones en momentos particularmente delicados, como el ministro que disparó petardos electorales desde la provincia de nacimiento de un expresidente de la República.
Cuando desde el litoral oficial se afanan para recuperar empleos extraviados en laberintos pandémicos, una funcionaria se ufana en revelar que en la institución que dirige ha cancelado empleados para sustituirlos por los suyos y que además aumentó la nómina mensual en cuatro millones de pesos
Se creía que la clase política tendría suficiente madurez como para entender la magnitud de la crisis sanitaria y su afectación sobre la economía y que por esa razón no tendría reparos en halar la cuerda en la misma dirección, pero asoma el temor de que mansos y cimarrones adelanten en casi tres años la campaña electoral.
El liderazgo político está compelido a recobrar compostura y a entender que este no es el momento para violentar los candados del coliseo electoral, porque la nación requiere de unidad y de voluntad del Gobierno, partidos, empresariado, academia, sindicatos y sociedad civil en la ingente tarea de contener al coronavirus y relanzar la economía.

