Pocas mujeres he conocido tan chiviricas como aquella con quien compartí buenos momentos en los años de la década del sesenta.
Dotada de un cuerpo con armónicas proporciones, y un rostro de protagonista de telenovela romántica, en las fiestas bailables los hombres se la disputaban, a veces con empujones y forcejeos.
Esto se debía a que con casi todos sus parejos compartía abrazos parecidos a los del deporte de la lucha libre, imprimiéndole al mismo tiempo eróticos movimientos a su vientre hasta en los los merengues criollos.
En sus años juveniles cambiaba con frecuencia de novio, y generalmente mostraba parte de sus encantos interiores al sentarse y cruzar las piernas. Además, el morboso vistilleo de sus amigos del género masculino descubrió que no usaba brassiere.
El humor popular repite que no hay mujer chivirica que se quede jamona, y mi amiga de paradójico nombre Inocencia, contrajo matrimonio con un hombre bien parecido y de solvencia económica, antes de cumplir los veinte años.
Cuando un pariente mío mudó a aquella mujer divorciada de carácter autoritario e irascible la gente consideró que la relación no duraría mucho.
Era vox populi que su divorcio se debió a que ejercía un dominio total sobre su ex marido, al cual se tragaba verbalmente incluso delante de la gente.
No faltaron amigos de la pareja que contaron que ella llegó al extremo de volarle arriba en más de una ocasión aplicándole arañazos, pescozones y mordidas, y hasta patadas, mientras le voceaba con voz estridente frases insultantes.
Pero parece que ella compensa con algunas virtudes su tendencia a la ira, porque años después el concubinato se transformó en matrimonio por la iglesia, y el tolerante caballero continúa junto a su mujer, que responde al nombre de Dulce.
Desde que tiene uso de razón mi viejo amigo Modesto ha ganado justa fama de vanidoso, por su atildamiento en el vestir, y porque repite que no nació para vivir con estrechez económica.
Por esta convicción, inventó desde joven toda clase de negocios, hasta que instaló una farmacia que lo hizo rico en pocos meses, y lo llevó a socio de un exclusivo club social.
Esto último se debió en parte al hecho de haber contraído nupcias con una dama de familia de apellido sonoro.
Muchas personas le dispensan mala voluntad, y más de uno ha manifestado que sus padres lo bautizaron con un nombre que no guarda ninguna relación con su personalidad.
Un conocido enemigo del trabajo, que vive de pedirle dinero hasta a personas con las que no mantiene relación amistosa, alardea de su sapiencia mundanal, y durante los años de la dictadura trujillista se jactaba de que jamás caía en gancho.
No era partidario del matrimonio, porque decía que este era sinónimo de cárcel compartida, pero se casó con una ricachona que le lleva muchos años de edad, este hombre que lleva por nombre Cándido, el cual no concuerda con su personalidad.
Un condiscípulo que tuve en el bachillerato era sujeto de mofa, porque declaraba que a sus dieciséis años no había tenido novia.
El joven, miembro de una religión protestante, afirmaba que toda relación de pareja que no tuviera como finalidad el matrimonio era pecaminosa, y juraba que jamás fumaría ni ingeriría bebidas alcohólicas.
Ya inscrito en la universidad se negó siempre a visitar los prostíbulos a los cuales lo invitaban sus compañeros de estudio.
Llevaba poco tiempo graduado de ingeniero cuando se casó con una hermana de iglesia, este hombre con reputación de monógamo, apellidado Vicioso.
Un viejo amigo es hombre de una susceptibilidad exagerada, y además de un temperamento irascible, que lo ha llevado desde su infancia a sostener numerosas peleas al puño, a veces con rivales de mayor contextura física.
Hace poco este belicoso individuo, de apellido Cordero, le aplicó una recia bofetada a un tipo que tuvo la osadía de calificar de perdedor incurable al equipo del beisbol profesional criollo de su simpatía.
He conocido personas de carácter pacífico que se apellidan León, otros de piel blanca apellidados Prieto, y algunos de oscuro epitelio de apellido Blanco.
Con este contraste de nombres y apellidos con la personalidad de quienes los llevan realizó buenos programas de humor televisivo el genial artista, mi inolvidable amigo Freddy Beras Goico.