Ante las similitudes que guardan los casos del exdictador panameño, general Manuel Antonio Noriega, y el actual dictador venezolano Nicolás Maduro lo que está por ver es si el desenlace será el mismo. Aunque lo acusaba de narcotráfico, lavado de activos y otros delitos, e incluso puesto precio por su cabeza, Estados Unidos se hubiera conformado con que Noriega hubiera abandonado el poder y exiliara en el país que lo acogiera.
En lugar de entrar en razones el jefe militar se mostró desafiante, llegando a interrumpir las elecciones que ganaba el opositor Guillermo Endara y exhibir unos tirapiedras cubanos con los que enfrentaría una agresión del «imperialismo yanqui».
Cuando las tropas norteamericanas desembarcaron en Panamá, en diciembre de 1989, a través de la operación denominada «Causa justa», Noriega, a quien Washington conocía muy bien porque le había servido como colaborador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), no tardó en salir corriendo.
Se refugió en la sede de la Nunciatura, entregándose a los soldados estadounidenses al cabo de unos días. Después de esposarlo y trasladarlo a Miami, entonces había también que humillarlo con la difusión de la fotografía en que aparece con el mono y el número de presidiario.
Las similitudes en los casos de Noriega y Maduro se verifican en que ambos han sido acusados de narcotráfico y de violentar la voluntad popular para alzarse con el poder. Por la cabeza del mandatario venezolano Washington ha ofrecido hasta una recompensa a quien ayude a capturarlo. Pero en las gestiones para persuadirlo a que abandone la jefatura del Estado se le ha ofrecido la posibilidad, según ha trascendido, de que se instale en el país que esté dispuesto a acogerlo como huésped con la garantía de que no sería perseguido. Pero el líder de la nación suramericana ha optado por desafiar al Gobierno estadounidense.
Por razones estratégicas o las que fueran, en el caso de Panamá el entonces presidente George W. Bush jamás llegó desplegar portaaviones ni equipos pesados en sus alrededores, como sí ha hecho el actual mandatario Donald Trump con Venezuela. Washington ha llegado hoy más lejos todavía al bombardear supuestas narcolanchas que dice zarpan de territorio venezolano y que relaciona con el presidente Maduro.
Lo que está en juego no es si Washington está facultado para intervenir países y detener a gobernantes, aunque sean dictadores, a nombre de la lucha contra el narcotráfico, que muchos ven como un pretexto. De lo que se trata es de las similitudes para desalojar del poder y juzgar por narcotráfico a Noriega y el cerco a Nicolás Maduro. El desenlace de este último caso es una incógnita.

